Theaetetus GARCIA BACCA
THEAETETUS. Radiografía argumental
TEETETO
(O Sobre Ciencia. Ensayo)
Θεαίτητος
Advertencia: El uso de la presente reseña lógico-argumental no sustituye la lectura del diálogo Teeteto. Como todo diálogo platónico, el Teeteto es una obra muy trabajada, que dice más por sus personajes (sus ausencias), sus interlocutores y los escenarios, por ello el autor de la reseña nos amonesta:
Esta es la radiografía lógica del diálogo. Léalo el lector en su forma viviente, engendrada, sostenida en vida y en vilo por la palabra de los dialogantes.
Al leer o releer esos diálogos de Platón se debe prestar atención tanto a lo que Platón va diciendo como, por decirlo así, a lo que en el diálogo va pasando y pasa. Es decir, el lector debe intentar hacerse cargo de cuál es la moraleja que habría que sacar del diálogo si éste hubiera de considerarse como experiencia intelectual típica o prototipica, esto es, debe tratar de hacerse concepto de la «experiencia de la conciencia», que en esos diálogos típicamente se refleja.
Tenga siempre en mente que se encontrará frente a una obra de filosofía, con los efectos secundarios que ello conlleva. Lea la obra con calma, considere las anotaciones críticas y consulte a su filólogo de confianza. Atrium Philosophicum no se hace responsable de ninguna μετάνοια producto de leer directamente a Platón.
Fuente: PLATÓN [Πλάτων / Plato vel Platon] (c. 425 a. C.-c. 348 a. C.). Platón Obras Completas. Tomo II.
Teeteto – Sofista – Político, Caracas: Presidencia de la República / Facultad de Humanidades y
Educación de la UCV / Dirección de Bibliotecas, Información, Documentación y Publicaciones de la UCV,
1980, pp. 8-30.
DATOS GENERALES SOBRE EL DIÁLOGO
TEETETO
(O SOBRE CIENCIA. ENSAYO)
Θεαίτητος
Lugar y tiempo:
Atenas, 399 a.C. Día del juicio contra Sócrates. Por la mañana.
Personas:
Del preludio
- EUCLIDES. De Megara. Filósofo.
- TERPSIÓN. Amigo de Euclides.
Del diálogo
- SÓCRATES. Ateniense. Edad: setenta años. Filosofante dialéctico desde hace unos cuarenta años.
- TEODORO. De Cirene. Geómetra. Profesor entonces de geometría en Atenas.
- TEETETO. Ateniense. Joven. Discípulo de Teodoro en geometría y de Sócrates en filosofar. Retrato de Teeteto (143 d – 144 b).
Lugar y tiempo de la redacción escrita definitiva y aprobada por Sócrates:
Atenas: entre el día del juicio y en entrevistas durante el mes de prisión de Sócrates (399 a.C.). Redactor-escritor: Euclides (143 b). Redacción en forma directa de diálogo referido a él por Sócrates. La lectura de lo escrito —a petición de Terpsión— pudo tener lugar en fecha posterior a la muerte de Sócrates.
ARGUMENTO
I. Plan General
Ensayo de tres definiciones de Ciencia. [ADVERTENCIA: La somera reseña que sigue a los encabezados de este apartado NO PERTENECEN AL TEXTO ORIGINAL, son un agregado de Atrium Philosophicum].
I.1) Ciencia es «sentiencia mensurante»
La primer definición de ciencia, es decir, ciencia es «sentiencia1Vide infra (en B, sexto párrafo)para el uso del vocablo «sentiencia», en lugar de «sensación». mensurante» la encontraremos entre 151 e – 187 b. Se comienza por mostrar que la sentiencia es una real-conmensuración, para llegar entender que «medir» es una relación de con-mesunsuración de dos cosas, esto es entender el concepto de «medida». La «Medida» se constituye en «unidad», en igual a sí misma, es «lo igual». Para llegar a la conciencia de que la «sentiencia» es necesariamente sentiencia de algo diverso de sí misma. Aquí uno de los giros que llevará al segundo enfoque del problema general en el diálogo: La «vinculación» o «ligazón» (συνδεῖ) de «sentiencia» con «cosa sentida» es del orden esencial (οὐσία), entra en la esencia misma de sentiencia y «entrelaza» (συμπλοκή) medida con medido.2Atención navegantes de la Fenomenología del Espŕitu, este curioso paso es el que dará la conciencia en su paso al capítulo II. Es decir, pasará de la sentiencia (αἴσθησις, sinnliche Gewißheit, certeza sensible) a esta «sentiencia con-mensurada» (lo que se convertirá en δοξά, o en términos de la «experiencia de la conciencia»: Wahrnehmung. Lo importante aquí es seguir la transcición, conducida por el genial compositor del diálogo, de un problema geométrico a una sentencia antropológica y ontológica.
I.2) Ciencia es «opinión verdadera»
Llega a que la ciencia es «opinión verdadera» (187 b – 201 c) será un paso de la reflexión del verbo «opinar» (δοξάζειν), como «creer» u «opinar», como estado real del alma. Poniendo en duda la existencia de una «opinión falsa». Pasando por la recordada parábola de la pajarera, donde se distingue entre adquirir «adquirir» (κτάομαι) y «poseer» (ἔχω, ἔχειν). Esta nos llevará a no sólo poseer nuestra opinión, sino a «vindicarla» como «nuestra». Ello requerirá de repensar la palabra λόγος en su doble o dual sentido de «cuenta-y-razón».
I.3) Ciencia es «opinión verdadera razonada»
La cosideración de λόγος en su doble sentido dará paso a la tercera definición de Ciencia: «Opinión verdadera razonada» (201 c – 210 b). Opinión verdadera como «dando cuenta y razón» se realizará por la correlación elementos-compuesto a través de un análisis aritmético y otro gramátical. Dejándonos ante la constatacón que al traspasar esos umbrales aritmético-gramaticales, λόγος ya no sólo «da cuenta», sino que «da razón» de la verdad. El diálogo se ¿interrumpe? al terminar de enunciar las tres modos (o eídoses) con los que λόγος «da razón» de la verdad.
II. Ejecución del Plan
II.1) Pónese a prueba dialéctica la primera definición de Ciencia: «sentiencia mensurante».
(A) Fondo aritmético-geométrico de esta definición, y de las siguientes.
Fondo aritmético-geométrico de esta definición (147 d, e; 148 a, b), y de las siguientes.
Comienza Teeteto por responder a la pregunta de Sócrates: «qué te parece ser Ciencia» (146 c), con la ya corriente respuesta de traer casos ejemplares de actitudes y tratos de cosas que, corrientemente, aun entre «entendidos» y «peritos» pasaban por merecer, y llevar, el título de Ciencia (ἐπιστήμη): geometría, en primer lugar, aritmética (cálculo numérico y una incipiente teoría de los números), zapatería, y demás artes (τέχναι) de los artesanos.
Mas, a pesar de este «generoso» (γενναίως) reparto del nombre «ciencia», cuando Sócrates apura a Teeteto con la pregunta que, ya desde cuarenta años al menos, Sócrates venía haciendo a todos: científicos, artesanos, políticos, poetas, la de «qué es» (τί ἐστιν) Ciencia [10] —designémosla con C mayúscula—, Teeteto acude a la geometría-aritmética, cual a caso «ejemplar» (147 d, e; 148 a, b, c, d, e). Y aduce el caso, también «ejemplar», de líneas y áreas (planos) conmensurables (σύμ-μετρος). Era ya tal tema y problema asunto público; así que se podía resumir en pocas palabras que dan, por ello, unas frases oscuras para nosotros, mas para ellos de convencional claridad. Constituyen, no obstante, la clave para que, nosotros, entendamos, en su fondo y letra la primera y aun las siguientes definiciones de Ciencia; no el concepto entonces vulgarizado de «ciencia».
La clave se reduce a caer en cuenta de la vinculación que hay entre Teodoro, geómetra y Protágoras, sofista.
«Geometría» era, y es, palabra compuesta de dos: γῆ (tierra, γεω-) y μέτρον (medida); traducido literalmente «geometría» es «agrimensura». Y de agrimensura o mediciones de tierra surgió, por milagro de transustanciación en la mente griega, la geometría como Ciencia. Lo permanente aun bajo tal transustanciación es lo de «medir»; lo secundario o material es el que se midan tierras o líneas, áreas planas o no, campos o cuadrados o rectángulos…
Por otra parte: Protágoras pasaba ya públicamente, por ser el autor de aquella sentencia «de todas las cosas, el hombre es medida» (μέτρον), levantando así la palabra vulgar y culta de «medida» a palabra-concepto-norma de antropología y de ontología. Palabra, típicamente griega, y proclamada por tal por algunos de los Siete Sabios (Cl. I, 5).3Las siglas Cl. I 1, 2, 3; II.1, 2, etc. remiten a la Clave hermenéutica del primer volumen. «Lo óptimo (ἄριστον) es la medida (μέτρον).»
La transición, pues, que el diálogo hace de un problema geométrico y de su solución (Teodoro-Teeteto) a una sentencia antropológica y ontológica (términos actuales) de Protágoras, es tan natural que solamente hizo falta una intervención del «partero» Sócrates (148 e – 149 – 150 – 151 a, b, c, d) para mostrarle a Teeteto y a Teodoro que lo que ellos sentían «entrañablemente» como asunto geométrico-aritmético, sacado a luz (o una vez parido) resultaba ser, en realidad (τῷ ὄντι), toda una definición de «Ciencia», la definición, precisamente, que dieron geómetras profesionales, empreñados de geometría y de filosofía, y puestos a parir por un partero filosofante, que sabe juzgar del hijo. Guiados por esta primera palabra «clave», descifremos el texto (147 d, e; 148 a, b), cruz de los traductores sin «clave».
Al menos desde Pitágoras, era del dominio público, entre los cultos, el caso monstruoso, irracional, ἄλογον,de que la diagonal de [11] un cuadrado, de lados iguales a un pie («pie», cual unidad concreta y ejemplar de medida) no fuera con-mensurable con tal pie-unidad (suyo: del mismo cuadrado).
Comparada, con (σύμ) mensurada (μέτρον) con tal pie-unidad, la longitud de la diagonal, siempre sobraba algo, por más o por menos, aunque el pie se lo subdividiera en subunidades más finas.
«El pie-unidad había de ser» —dicho a todo con la sentencia de Protágoras— «medida de todas las longitudes y áreas construidas sobre aquélla». Tal era el natural pre-juicio de todo griego culto en geometría, cual Teodoro y Teeteto.
Pasos graduales del problema geométrico-científico.
(a) Fijación de una unidad concreta de medida: aquí el «pie», un pie. Unidad apropiada a geometría científica; mas no adecuada a geometría-agrimensura, o a estadios (de juegos y carreras).
(b) Tal longitud admite múltiplos: dos pies, tres pies, cuatro… diecisiete… infinitos (o indefinidamente crecientes). Las longitudes de 2, 3, 5, 7… 17… no son iguales a 1; mas son conmensurables con 1 · 2 = 2.1 (dos veces un pie), 3 = 3.1, 17 = 17.1, etc. Igual se diría de longitudes menores que un pie, aceptadas e introducidas cual «unidad» de medida.
(a) Es la fase arbitraria inicial: la de fijar el concepto de unidad de longitud en una cosa concreta: pie. Mas tal ocurrencia y decisión no es una arbitrariedad; es fecunda en en secuelas científicas y prácticas a la vez.
(b) Es su secuela inmediata. La con-mensurabilidad resulta ya concepto-procedimiento científico-real.
(c) Sobre tal longitud-unidad «puede» construirse un cuadrado, es decir: una magnitud de dos dimensiones, tal que resulte, él también, «cuadrado-unidad»; respecto del cual se podrá replantear la cuestión —teoría y práctica— de la con-mensurabilidad de «areas» (planas). Y se podrá hablar (y calcular, λόγος, Cl. I.1)4Vide Cláve Hermenéutica vol. I, de un área (plana) doble, triple, cuádruple… que la del cuadrado, que es de área 1 · 1 = 12 : de un pie-cuadrado, o cuadrado de dos lados, cada uno de un pie. «Cuadrado» como modelo de área plana unidad. Una longitud de 1 pie «puede» (δύναται) engendrar un cuadrado de un pie-cuadrado. Una longitud (una recta de dos pies, «puede» una área [12] de 2 · 2 = 22 = 4, cuatro pies cuadrados; una longitud (recta) de 5 pies «puede», o es una «potencia» (δύναμις) capaz de dar un área de 52 = 25 pies cuadrados, etc. Tal es el sentido de la terminología usada entonces: «una línea “puede” una área recta», y el de la palabra «potencia».
Pero así como la diagonal del cuadrado de lado unidad un pie resultaba no-conmensurable con la unidad de su mismo lado, hállase el geómetra con que hay áreas (planas) no-conmensurables con el área-modelo que es el cuadrado (de un pie). Los dos casos de igual tipo de irracionalidad (ἄ-λογοσ).
Más aún en el caso en que los lados tuvieran una longitud inconmensurable (irracional), cual √2. √3, √5… √17… —dicho en nuestro lenguaje aritético— el área que estas longitudes «pueden» o «hacen un cuadrado» (τετραγωνίζουσιν), es decir: un número equilátero y plano (ibid.).
Los cuadrados de lados 2,2; 3,3; 4,4… son conmensurables con el cuadrado de lados unidad 1,1.
2 no es conmensurable con √2
3 no es conmensurable con √3…
Mas los cuadrados de lados √2, √2; √3, √3; √5, √5; … resultan, y fue sorpresa para Teodoro y Teeteto, conmensurables con el cuadrado unidad. √2 · √2 = 2; √3 · √3 = 3… √17 · √17 = 17… pies (en que se atascó, dígase así, Teodoro, por confesión de Teeteto, 147 d).
Y lo mismo pasa con los cuadrados resultantes de lados desiguales e inconmensurables, cual √2 · √3, √3 · √5… pies, ya que son, respectivamente de √6, √15… pies; es decir: áreas conmensurables con la área unidad.
Siempre se llega, por tanto, a conmensurabilidad, o al primer paso, √2 · √2 = 2; √3 · √3 = 3…, o al segundo: √2 · √3 = √6; (√6)2 = 6; √3 · √5 = √15; √15 · √15 = 15…
Dicho en lenguaje nuestro: toda raíz, al potenciarla, lleva a conmensurabilidad, sea cual fuere su valor inicial. Las raíces «pueden» [13] dar un resultado mensurable; lo (aritmético-geométrico) irracional es «posible» (posible δύναται, δύναμις) racionalizarlo.
Dicho en frase de Teeteto: «hay líneas que dan número equilátero y plano», a las que hemos definido (ὡριζάμεθα)5Nota del Atrium Philosophicum: ὡρισάμεθα en el voz de Teeteto en 148 a. «longitud»; mas a las líneas que dan número resultante de factores desiguales, las hemos definido «potencia», porque no son, ciertamente, conmensurables con aquéllos, mas son conmensurables con los planos que éstas «puedan» (engendrar).
Han definido (ὡρισάμεθα) Teodoro y Teetero dos clases de figuras y de números:
(a’) Definición de figura o número cuadrado: «el que puede engendrarse de factores iguales», o de «igual por igual número de veces» (ἰσονισάκις). «Asemejándolo a la figura del cuadrado, la llamamos número cuadrangular y equilátero» (147 e).
(b’) Definición de figura o número oblongo (προμήκη, alargado): «el que no puede ser engendrado cual producto de tres por tres, o de cinco por cinco…, sino que resulta de multiplicar un número menor que éstos por más veces o uno mayor por menos veces»; —así que abarca una figura de lados uno mayor y otro menor; a este tal asemejándolo a la figura rectangular, lo hemos llamado «número rectangular» (148 a).
(c’) Conmensurabilidad e inconmensuralidad.
En esta segunda instancia, todo resulta con-mensurable.
Líneas in-conmensurables en primera instancia, cual las de longitud √2, √3, √5…, resultan consensurables al potenciarlas, es decir: al hacer con ellas un cuadrado: √2 · √2; √3 · √3… Caso de cuadrados con lados iguales, mas irracionales e in-conmensurables éstos con la unidad.
Líneas inconmensurables de longitud desigual: √2, √3, √5…; la figura resultante de lados desiguales: √2, √3; √3, √5…, da un número inconmensurable (dicho geométricamente) o irracional (dicho aritméticamente); mas al potenciar su resultado, √6, √5…, (√6)2, (√5)2… resulta con-mensurable con la unidad o el cuadrado unidad.
Total: las dos clases de números-figuras son, en segunda instancia, con-mensurables o irracionales.
[14] Las dos definiciones complementariasllevan a una sola teoría: a una sola ciencia geométrico-aritmética.
¿Podrá el partero Sócrates, con la experiencia de sus cuarenta años, hacer que Teodoro y Teeteto den ellos, en favor de ellos —no en el de él, Sócrates, que tiene que ir necesariamente al Pórtico del Rey (210 d) para enfrentarse a una acusación, de probable resultado mortal—, den a luz una definición de Ciencia, aprovechando ese concepto e instrumento que es «medida», «medir»?
¿En qué actos, facultades y tareas humanas entra la medida, lo con-mensurable e in-conmensurable?
¿Es posible que, cual en geometría-aritmética —en que aún lo in-con-mensurable resulta, al final, con-mensurable— haya en las diversas (llamadas vulgarmente) ciencias —plural variado e in-conexo, en primera impresión y formulación: cual geometría, zapatería, artesanías…—, haya en antropología de estilo Protágoras procedimientos para hacer que lo in-conmensurable con el Hombre resulte con-mensurado con él, con algunas facultades suyas; y, naturalmente, que lo que no se presente, de ordinario, con el aspecto de estar conmensurado (σύμ-μέτρον) con Hombre se haga caer en cuenta-y-razón (λόγος) que, realmente, está conmensurado con él?
¿Qué dificultades oponer a tal interpretación, a la doctrina de Protágoras, tan afín y aceptable a la de geómetras de una geometría en trance de constituirse como ciencia sobre el concepto y norma de «medida»? ¿Geometría fundida aún con una aritmética, incipiente en cuanto Ciencia, fundada, a su vez, sobre la unidad, tomada cual medida de todo número, así que girando todo: filosofía antropológica y ciencia geométrico-aritmética al derredor de «medida», mensurado, con-mensurado, con-mensurable, in-conmensurable? (Cl. I.5).6Vide Clave Hermenéutica en Vol. I.
Sócrates no regatea aquí las muestras de su respecto hacia el «sofista» Protágoras, ni la complacencia, más que tolerante, con su antropología filosófica, hasta el punto de ponerse en su lugar para solventar dificultades, corrientes unas contra ella, otras puestas por el mismo Sócrates, ayudando así caballerosamente a Teodoro, geómetra partidario decidido de Protágoras, geómetra éste, a su vez, por la preeminencia —y universalización— del concepto-norma de «medida».
El diálogo da testimonio de esto:
Objeciones de Sócrates, — 152, 153, 154, 155, 156, 157, 158, 159, 160, 161, 162, 163, 164, 165.
[15] Defensa de Protágoras, por Sócrates, — 166, 167, 168.
Defensa de Protágoras por Teodoro, en diálogo directo con Sócrates, — 168, 169, 170, 171, 172, 173, 174, 175, 176, 177, 178, 179, 180,. 181, 182, 183 a, b, c.
Discusión de la doctrina de Protágoras, desde el punto de vista de la de Parménides; diálogo directo entre Sócrates y Teeteto, 183 c, d, e; 184, 185, 186, 187 a, b.
(B) Concepto geo-métrico y antropo-métrico de αἴσθησις
Concepto geo-métrico y antropo-métrico de αἴσθησις, 152 – 161; 162 – 166; 183 d, e; 184 -187 a, b.
Principio general. «El Hombre es medida de todas las cosas: en las que están siendo reales mide lo que tienen de ser; en las que no están siendo reales mide lo que tienen de no ser».
Secuela primera: Luego los sentidos del Hombre son, en cuanto sentidos del Hombre, medida de todo lo sensible y sentible, midiendo en lo sensible real lo que hay de ser sensible, y, en lo sensibe no real, lo que haya de no ser sensible.
Secuela segunda: Luego los sentidos de Hombre, en cuanto de Hombre, tienen triple función: 1) antropo-métrica, 2) antropo-geométrico-aritmética, 3) antropo-ontológica.
Y por una tercera secuela, perteneciente al orden conceptual-verbal (λόγος), el término αἴσθησις no puede tener ni la significación vulgar ni aplicarse a una extensión o conjunto de aspectos de las cosas, tal cual las sienten los animales no racionales: de sentidos no mensurantes; y por no ser ellos mismos «medida» de todo, tampoco puede αἴσθησις tener la significación (comprensión) o alcance (extensión) que le den a los propios sentidos y a lo sentido por ellos los hombres vulgares, —que no son, por tal estado suyo, ni geó-metras, ni antropó-metras.
En el texto traducido hallará el lector como «traducción» de αἴσθησις la palabra (nueva) de «sentiencia», en vez de la «corriente», vulgar y no definida, de «sensación», —otros traductores vierten αἴσθησις por percepción, Wahrnehmung…
Advertencias, de intención justificativa y aclarativa: 1) La palabra «sensación» no está a la altura de las tres funciones, expresas, [16] por plan, en la secuela segunda; funciones que son, precisamente, las que geométras (Teeteto, Teodoro, y aun Sócrates) y filósofos (Protágoras, Sócrates) intentan levantar a palabra-concepto definidora, nada menos que de Ciencia, —de «qué es» Ciencia. Entendida αἴσθησις en su significado y alcance vulgar, la afirmación (o intento de definición) «ciencia es sensación» suena a absurda y denigrante, aun para el concepto vulgar de «ciencia»; tanto que parece inconcebible el que geómetras-fundadores de la Ciencia geométrico-aritmética, cual Teodoro y Teeteto, propusieran a Sócrates, y pusieran cual definición —ellos, geómetras, que sabían «definir»— tamaña vulgaridad, esperpento y dislate. En realidad: Teodoro, Teeteto, Sócrates, están pensando y hablando en el mismo tono: el de «medida». Hombre-medida mensurante, ciencia (ἐπιστήμη) «medida mensurante», «sensación medida-mesurante». (Cl. I.5).7Vide Clave Hermenéutica I.5. En lugar de esta última frase se introduce aquí —y acéptela, provisoriamente al menos, el lector— la palabra «sentiencia», afín a sensación, sentible, sensible, sentimiento, sentir. 2) Sentir (αἴσθάνεσθαι) es palabra de régimen complejo, «sentir» es: a) sentir-se uno a sí mismo de una cierta manera o en un cierto estado: triste, alegre, sano, animado, pensante, vidente; sentirse estar oyendo, viendo, pensando; b) sentirse es, en una, sentur algo de otro: sentirse estar oyendo hablar de geometría, sentirse estar pensando en geometría-aritmética, sentirse estar viendo figuras cuadrangulares, rectangulares, etc.; c) «sentir» es «sentirse-sintiendo algo de otro», y sintiéndose real, o sintiendo lo que hay en sí mismo de ser; lo que está siendo él (ὄν Cl. IV.3)8Vide Clave Hermenéutica VI.3. de real: pensante, vidente, oyente…, haciéndose él «medida» de su ser, en cuanto real; y sientiendo lo que de real (de ser; ὄν, ente) tenga o esté teniendo el otro: lo visto, oído, pensado…; lo cual es estar siendo «realmente» medida de la realidad de lo otro. Este tercer componente o integrante de «sentir» es el característico de un sentir que lo sea de un Hombre actuando —aun en sus sentidos y sensaciones— de «medida». Los otros dos componentes son condición necesaria, mas no suficiente para que el hombre actúe de «medida» de todo, y para que un geó-metra haga o levante agrimensura a la altura de ciencia mensurante humana,
La vista del geó-metra es vista mensurante (169 a).
El pensar del geómetra es pensamiento mensurante (ibid.).
La mano del geó-metra es mano mensurante; y convertir o elevar «mano» a «mano mensurante» es la ocurrencia, invención e invento del compás y regla.
[17] En general: «sensación mensurante» y «pensamiento mensurante» están a la altura, a tono, de y con «ciencia mensurante», —sea tal ciencia la geométrica, la aritmética o la antropológica.
El concepto vulgar de ciencia, designado por la palabra «ciencia» equivalía entonces, por uso, a «pericia», «destreza»; y «científico» equivalía a perito, entendido, hábil.
La exigencia de «medir» o con-mensurar, nada menos y precisamente, el grado de realidad o de no realidad de las cosas, de todas: inclusive de la del Hombre y sus potencias, «define» el concepto de Ciencia, —«qué es» Ciencia, «qué dé la suerte (ποτὲ, τυχάνει) de ser Ciencia» (Cl. II.1, 2; IV, 2).9Vide Clave Hermenéutica II.1, II.2, IV.2. las frases ἐπιστήμη ὅτι ποτέ τυχάνει ὄν ὅ τι ποτ’ ἐστιν se repiten y recalcan a lo largo de todo el diálogo. Dan el tono a las palabras y frases.
Sócrates, de setenta años, con la larga experiencia de dialéctico definidor, lo que busca aquí con Teodoro y Teeteto es el eidos de Ciencia, al modo que este mismo día —el de juicio ante el Juzgado del Pórtico del Rey— aprovechará otra oportunidad, con Eutifrón, para poner en claro y distinto el eidos de Piedad (τὸ ὅσιον) y el eidos de Justicia (τὸ δίκαιον) (Cl. III.1).10Vide Clave hermenéutica III.1
Primera definición de Ciencia: «Sentiencia mensurante»
La demostración, o prueba, de que «Ciencia» es «sentiencia», es «sentiencia», o sensación mensurante, tiene tres fases, —reduciéndonos a lo más importante para preparación al estudio del diálogo:
Primera fase: hay que mostrar que sentiencia es una real-conmensuración. Lo es la sentiencia de ojos, de tacto (153 d, e; 154 b, c, d). «Acepta», le dice Sócrates a Teeteto —y le da amablemente el calificativo de «óptimo»— que «color» no es nada él de por sí y a solas de ojos, por la razón general de que no hay nada que sea lo que es «en cuanto él mismo» (αὐτὸ καθ’ αὑτό, Cl. II.2).11Vide Clave hermenéutica II.2. «Color» surge en una cosa, y «vista» surge en otra (ojos) del Hombre, por hacerse encontradizos (προσβολή), en un medio (μεταξύ) cosa-y-ojos. «Color» es algo peculiar, original (ἴδιονν) que no es propiedad ni de una cosa ni de los ojos. Algo especial sale disparado (προσ-βολή) de ojos, y algo especial sale disparado de cosa, y, al hacerse encontradizos a mitad de ambos extremos, surge color; y, por reacción, los ojos resultan «videntes» y la cosa resulta «visible» (asimilada). Dos actiones —un efecto común— dos reacciones, formando un «todo» de partes complementarias.
[18] Si las sentiencias o sensaciones humanizadas han de hacerse ser mensurantes es preciso suponer (ὑπόλαβε), advierte Sócrates a Teeteto y a Teodoro, el que poseen una eficiencia peculiar, una especie de disparo (bala, βολή) bien dirigido (πρός); y que, a su vez, si las cosas (χρήματα) han de ser realmente «medidas», o hacerse «medir», han de poseer, complementariamente, una peculiar eficiencia, también de tipo «disparo». Al co-incidir tales dos disparos (balas, aunque diferentes) en el «medio», surge ahí —por ejemplo— esa novedad (ἴδιον) de «color»; y por reacciones a tales acciones «cosa» asciende a «cosa vista»; ojos, a videntes. En color, así surgido y mantenido, cosa y ojos se con-mensuran (παρα-μετρούμεθα, 154 b), co-ajustan o coadaptan —caso de real cumplimiento de lo de Protágoras— vista, tacto… humanos; son medida de las cosas visibles, palpables, transformándose ellos en videntes, palpantes que se sienten (ser) tales. Y coinciden medida (sensación mensurante) y medida (cosa) en una realidad, la misma para los dos: color, calor, presión…
Tales medidas —cosas reales medidas— y aparatos midientes se hallan en altura y tono científicos; son datos científicos o cientifactos.
Y no resulta absurda, o burda, la primera definición de ciencia; sino natural y digna de geó-metras.
Pero Sócrates no olvida por un momento —y sabe que le quedan pocos de vida libre, y aun de simplemente vida— que está tratando con geómetras y aritméticos, preñados de filosofía, aunque ellos pensaron estarlo de ciencia; no olvida su oficio de «partero espiritual», y no olvida su aún acuciosa necesidad de saber, precisamente, «qué es» Ciencia, —y saberlo presto.
Y aprieta a los geómetras-filosofantes con una
Segunda fase: Medir es una relación de con-mensuración de dos cosas que puede dar por resultado el ajuste exacto de ellas (su igualdad) o des-ajuste por exceso o defecto frente a «unidad» de medida, o a medida constituida en «unidad». Por tal posición privilegiada de la medida, es ella, ante todo, lo igual a sí mismo y «en cuanto tal» (ἴσον αὐτὸ ἑαντῷ 155 a). La unidad de medida, o partes de medida, es inmutable; no se hace, ni puede hacerse, mayor o menor. Es «lo igual» (155 a). Si no se le quita o añade algo, permanece igual; a + 0 = a, a – 0 = a, diríamos ahora.
Pero sucede que esas unidades de medida que son los sentidos, y sus sentiencias, del hombre no son in-mutables, o siempre iguales; [19] por tanto no son «medida». Hácense sus datos: lo medido: calor, color, color… mayores o menores, según el estado mudable de tales «mensurantes», —estado de salud, enfermedad, cerca, lejos… Si «lo igual» por definición y función se hace, sin cambio interno propio, mayor o menor, variable, lo de Hombre-medida, sentiencia (medida), «ciencia-sentiencia», pierden su función, sentido y verdad.
Sócrates aporta ejemplos sensibles (154 b). Pero su objeción más fuerte, y ad hominem, es de carácter aritmético; dale forma de «paradigma», de dechado de demostración para otras materias (154 c). Seis tabas, comparadas con 4, son más que 4; 6 > 4; es, efectivamente, 6 = 4 + 2 = 4 + (4 / 2). Empero, comparando 6 con 12, el mismo 6 es menor que 12, ya que 12 = 6 + (12 / 2); 6 < 12. El que 6 sea mayor o menor depende de los términos comparación. Sin cambiarse el término central, 6, manteniendo su igualdad consigo, resulta mayor o menor.
¿No pasará eso respecto de los sentidos humanos, precisamente por y en su función «mensurante»?
Sócrates plantea la pregunta, no sólo en terreno aritmético, sino en otro más concreto: la corpulencia (ὄγκος, peso) de Sócrates —a sus 70 años— se mantiene la misma (igual) durante un año; mas la del joven Teeteto aumentará, naturalmente, durante un año, con el resultado de que la de Sócrates, sin haberse alterado realmente se hará menor; «lo igual» habrá resultado «menor» sin haberle quitado nada (155 c).
Están en «tono» científico: aritmético-geométrico, Sócrates, Teodoro y Teeteto. Mas Teeteto, el joven —en matemáticas y Filosafía— siéntese marcado (σκοτοδινιῶ) al mirar eso (155 c), mareado y admirado. E interviene a punto el partero Sócrates (155 d, e-157 d).
Tercera fase. Sensación —y aún sentiencia, o sensación medida mensurante— son necesariamente sensación de algo diverso de sí misma. Sentir no es solamente sentirse a sí mismo (tal o cual), sino sentir algo diverso de sí mismo, y sentirse realmente sentirlo cual real (tal o cual) (159 e; 160 b). Tal vinculación o co-ligadura (συνδεῖ 160 b, c) de sentiencia con cosa sentida es del orden esencial: (οὐσία, Cl. [20] I, 2):12Vide Clave hermenéutica I.2. entra en la esencia misma de sentiencia, y coliga esencialmente pretendida medida con medido.
Tal esencia de sentiencia no se queda en lo propio de «esencia» que es ser propiedad privada; al sentirnos sintiendo algo nos des-esencializamos; nos coligamos con otras cosas; tal coligación —anti-esencial por parte de la sentiencia en cuanto sentirse a sí mismo— es mutua entre medida y medido, entre Hombre y cosas (ibid.).
Luego Hombre no es medida de todo. No lo es de lo que está siendo real, del ser de las cosas, porque el ser de la medida misma no es de ella, sino de ambos: de ella y de las cosas; y el ser de las cosas no es ser (esencia) de ellas, pues lo es, esencialmente, de ellas y del ser de la medida.
Por tanto, concluye Sócrates, elevando el nivel del tema, «cuando se nombra eso de ser (εἶναι) algo alguien, hay que decir en qué se es algo, o de quién es eso de ser algo o respecto de qué se es algo; y lo mismo respecto de ‘hacerse’ (γίγνεσθαι)».
Luego es de esencia de sentiencia —lo es del ser mismo de sentiencia— ser sentiencia respecto de otro (cosa), tanto que hable de su «ser» (Parménides) como de su «hacerse» (Heráclito…).
Por tanto «mi Sentiencia es verdadera para mi, porque pertenece siempre a mi esencia; y resulto yo, a tono con Protágoras, juez de lo que las cosas que están siendo (ὄντων, tales o cuales) tienen de ser; y juez de lo que las que no están siendo (οὐκ ὄντων) tienen (son) de no ser» (160 e).
Advirtamos la definición de «verdad», dada aquí incidentalmente por Sócrates, y admitida sin más por Teeteto y Teodoro.
«Verdad» es (o se hace real al) juzgar (κρίτης) sobre qué tienen de ser las cosas que estén siendo tales o cuales; calientes, coloradas, grandes…; y juzgar qué tienen de no ser (de frío, oscuro, pequeño…) las que no están siendo (calientes, grandes…).
«Verdad» es con-mensuración de «estar siendo» con «ser», de «no estar siendo» con «no ser». Coajuste de «estado» (estar) con «ser». Todo ello notado (o sido) en sentiencia, en sensación que está sintiéndose a sí misma al sentir algo distinto de ella, por con-serse los dos.
«De todo en todo bellamente», dice Sócrates a Teeteto, dijiste que «ciencia no es otra cosa sino sentiencia» (160 d). Demasiada- [21] /mente bello resultado. ¿«Diremos, Teeteto, que tal es tu niñito (παίδιον) recién nacido; mas mi obra, de partero»? Nacido ya, no pondremos a prueba si es «cosa de viento y mentira»? (161 a).
Tal es el primer ataque a la primera definición, tomada en serio por Sócrates, Tecteto y Teodoro. «Muchas y raras cosas hemos removido».
Segundo ataque. No basta con que seamos jueces infalibles, según ontología, en la sentiencia; hace falta serlo en la memoria de lo sentido, que es lo que queda cuando uno cierra ojos, oídos… (163 c, d; 164 a, b, c, d), cuando retira la medida, o sensación mensurante. Si hubiera ciencia, aún en tal caso, ciencia no sería «sentiencia» o sentiencia no daría ciencia. «Y lo de Protágoras se derrumbó», ¿Dejaremos así huérfano a Protágoras?, pregunta Sócrates. Pero Teodoro siéntese, más que Teeteto, obligado a salir en defensa de su amigo y maestro (165-183). Sócrates, caballerosamente, ayuda.
Tercer ataque. Es imposible que los ojos vean «con» y «mediante» los oídos…; y correlativa imbosibilidad rige respecto de oídos y demás sentidos entre sí. Luego, aunque las sentiencias de cada uno fueran verdaderas y reales, el Hombre no podrá con-mensurarlas o reducirlas a una medida, a la altura de su unidad. La ciencia sería imposible.
Sócrates ayuda, cual benévolo partero, a Teeteto, sugiriéndole la distinción que, por lo pronto, supere tal dificultad y salve la posibilidad de Ciencia y la de que el Hombre mantenga su unidad en su función misma de un mensurar sensible servido de sentidos de sentiencias in-conmunicables o in-conmensurables entre sí.
El hombre conoce las cosas (χρήματα) de dos maneras: 1) con los sentidos; 2) mediante los sentidos (ᾦ, διὰ). Conocer una cosa sirviéndose de otra que actúe de puro medio —transparente, trans-misor— constituye el caso ejemplar de la vista. Los ojos —uno, dos cien…— obran de medio perfecto, de intermediario puro que, sin hacerse ver, remiten al objeto que recibirá la denominación (real) de «visto»; no, la de «ojeado», pues los ojos en cuanto ojos no lo vieron. Igual respecto del oído, dentro de límites más restringidos.
El Alma se ha abierto paso a través de tales órganos; conoce mediante ellos; la dualidad (humana) de dos ojos, dos orejas no le afecta.
[22] Además: ver no es ni verse ni ver sus ojos; oír no es… Ver es, sencillamente ver algo.
El alma se ha abieto paso, o ha aprovechado la estructura de «paso» —transparente, transmitente— de tales instrumentos.
Mas si el alma se empeñara en ver sus ojos, o éstos en ser vistos, el alma vería con sus ojos; pero no objeto alguno distinto. E igual respecto de oído.
Sentir con: esto le pasa (y es) al tacto, casi enteramente. Cogemos algo con las manos, y cuanto más lo tengamos con ellas (lo agarremos) menos conoceremos lo que realmente es. Y sentimos el calor o frío con partes del cuerpo; por eso tales sentiencias nos dan a conocer tan poco de lo que es calor, frío… de las cosas frías o calientes.
Por tanto: si pensara (διάνοια, 185 a, b) el Hombre con oído y con ojos, no conocería aspectos comunes, independientes, de su pluralidad orgánica.
Pero, aunque pensara mediante ellos —sin atascarse por tanto en su contextura, sino pasando a los objetos, transmitido su pensamiento mediante ellos al objeto— tampoco conocería aspectos comunes como: «es, no es, real, no real, semejante, desemejante, idéntico, diverso, unidad, número, par, impar» (185 c, d, e). Evidentemente, aspectos, estos últimos, de decisiva y capital importancia para geómetras-aritméticos, cual Teodoro y Teeteto.
Teeteto descubre de repente la respuesta salvadora: el alma conoce ella misma mediante sí misma (αὐτὴ δι’ αὑτῆς, 185 e) y mediante la lengua, en su función de «hablar» (183 e). El lenguaje es transparente y trans-mitente (medio perfecto) y el alma es, respecto de sí misma —sea ella lo que fuere en cuanto realidad— transparente y transmitente también. Ella se es a sí misma cual puro y perfecto medio, abierta, por tanto, a todo (ἐπὶ πᾶσι κοινόν, 185 c).
«Y ¿qué, respecto de esencia (οὐσία), que es el máximo acompañante de todo?», pregunta Sócrates. Y responde Teeteto:
«Digo yo que eso es de lo que el alma tiene en cuanto tal, por sí misma (καθ’ αὐτήν), extraordinario apetito» (ἐπορέγεται, 186 a); algo que no ha de buscarse en sentiencia que por lo dicho no puede dar ciencia, sino en otra cosa; llámese con el nombre que se llame, que el alma, ella «en cuanto ella misma», apetece al tratarse íntimamente (πραγματεύεται, 187 a) con las cosas que están siendo (τὰ ὄντα).
[23] Ese trato se llama «opinar» (δοξάζειν), explicita Teeteto. Claro que no toda opinión, pues la hay falsa. Mas estoy a pique (κινδινεύει, 187 b) de decir que «ciencia es opinión verdadera». Sea ésta mi respuesta. Si resultare mala, ensayaremos otra.
Segunda Definición de Ciencia: «Opinión verdadera»
Hay, dice Sócrates, siguiendo las emprendederas de Teeteto, dos eídoses de opinión: la verdadera y la falsa; defines como Ciencia la opinión verdadera, mas ahora y otras veces me ha desconcertado, prosigue hablando Sócrates, eso de que pase a uno el «opinar falsamente».
No hay duda de que el alma, ella de por sí, opina sobre todo con esos instrumentos u órganos que son esencia, identidad, unidad…, suficientemente amplios para tratarse con todo, cual debe hacerse en Ciencia.
Mas la posibilidad de opinar en falso foma «par» o va de la mano con opinar en verdadero (δυοῖν ὄντοιν εἴδεσιν, 187 c). Son un «dual»; se afectan.
Sócrates hace notar a Teeteto los puntos siguientes:
(a) «Opinar» es opinar que «se sabe algo» o que «no se sabe (εἰδέναι) algo».
«Opinan» —créense, piensan: son verbos que emplea, o empleará Sócrates este mismo día en su Apología— los políticos que saben de lo suyo, y, por saber eso, creen que saben de todo lo otro; e igual, poetas, artesanos.
(b) Quien opina, cree piensa que sabe algo no puede saber-y-no-saber lo mismo. Si cree saber algo, al creer que no sabe, sabe otra cosa, diferente de la que sabe al saber la primera. Creer o creerse que… quedan en su realidad: es un «opinar» el alma de por sí, mediante sí cual medio perfecto, y no entrometido, cual los órganos de los sentidos.
(c) Lo importante a investigar, prosigue Sócrates, es no eso de «saber-y-no-saber», sino lo de «ser-y-no-ser» (τὸ εἷναι καὶ τὸ μή, 187 c, d).
Creer se sabe algo que «no es», que «no está siendo real» (τὰ μή ὄντα), tal es lo imposible, sea cual fuere el estado, —creer o no creer, [24] creerse o no creerse, saber o na saber de su pensamiento (διάνοια, 187 d).
Creer (opinar), creer saber son siempre reales estados del alma; mas su realidad queda en el aire al creerse sabe «lo que no es», a no ser que se diga «lo no ser es», al creer que uno no sabe «lo que es».
Es posible ver, ¿mas ver nada?, —pregunta Sócates.
¿Quien ve un algo ve que ese un algo está siendo real? (τὶ τῶν ὄντων, 188 E) (Cl. IV 3).13Vide Clave hermenéutica IV.3.
Y lo mismo respecto de oído, tacto…
Luego quien opine opina sobre algo determinado que está siendo real.
Luego quien opina sobre algo que no está siendo, absolutamente ni siquiera opina.
Luego no hay en nosotros falsa opinión (189 b).
Luego lo que llamamos «opinión falsa», u opinar en falso, no consiste en opinar «sobre lo que no es real», sino en algo distinto.
«Opinión falsa es opinión trastocada» (ἀλλοδοξία), pensar una cosa por otra, —las dos reales; «no dar en el objeto intentado», marrar la meta (ibid.), cual mal arquero (194 a); mas dar en otra cosa (no intentada).
Pero esto hace que sea tan real la opinión falsa como la verdadera; las dos «sobre lo que es real»: una, sobre uno: otra, sobre otro, lo otro (ἕτερον), lo revés de lo uno, o uno al revés; y lo uno, revés de lo otro, lo otro al revés.
No pongamos, pues, la cosa así, dice Sócrates (191 b, c), sino de estotra manera: «no saber algo» sea tan sólo frase transitoria de conocer algo vagamente o reconocer lo que, propiamente, está siendo; pasar de huella o eídolon a original presente (191 d, e), —eídolon y original, los dos reales, aunque uno sea, de algún modo, al revés del otro: se sean diversos (ἕτερον).
Otro caso de trastrueque: entre original y huella, original y recuerdo o huella en el alma. Total: opinion verdadera y falsa no se distinguen en cuanto al término: siempre es «algo que está siendo real». En rigor de realidad no hay ni puede haber opinión falsa u opinar en falso.
[25] Un ensayo más de salvar lo de «opinión verdadera». Distinguir entre adquirir (κτῆται)14Encontramos κέκτηται =>κτάομαι en los pasajes mencionados.[/mfn] y poseer (ἔχειν, 197 a, b, c, d, e; 198, 199, 200 a, b, c, d). Explicado con la comparación, deliciosamente dicha y sutilmente empleada, del palomar. No basta con haber comprado un vestido; si uno se abstiene de llevarlo puesto, lo posee, pero no lo «tiene»; no es «hábito» suyo (ἔχειν, ἕξις); no lo habita.
«Poseer» algo, ciencia inclusive —por ejemplo, la del gramático— no basta para «tener» asegurada, en mano, la verdad. «Opinión verdadera», si ha de definir a Ciencia, necesita de una garantia que transforme o eleve el hecho de «poseer» a derecho de «tener» (199 a, b). No cabe «posesión» de Ciencia; lo que pretendemos, los dos: Sócrates y Teeteto, es «tener», No el hecho de poseer algo (por compra, o por opinión o por convencimiento de retóricos: τεῖσθαι, 201 a, b, c), sino el derecho de tener algo.
«Ciencia» exige «tener» la verdad; no le basta la simple «posesión», sin más título que haberla «adquirido». Que uno se pueda equivocar sobre algo simplemente poseído no tiene, para la cuestión de Ciencia, importancia alguna; opinión verdadera y falsa resultan iguales ante «posesión», ¿Cómo obtener que opinión verdadera «tenga» verdad, que «habite» en la verdad?
Tercera definición de Ciencia: «Opinión verdadera razonada»
«Una vez más», dice Sócrates, «se nos preguntará ‘qué es’ Ciencia» (200 d).
«Diría», aventúrase Teeteto, «que Ciencia es opinión verdadera con razonamiento» (μετὰ λόγου).
El fondo de la definición a ensayar, o poner a prueba, es, de nuevo, como en la primera, matemático; aquí matemático, fisico y gramatical. Sócrates, a sus 70 años, puede habérselas en el mismo terreno que los dos geómetras-aritméticos, Teetelo y Teodoro.
La palabra λόγος recobra, ahora, su doble o dual sentido de cuenta-y-razón: dar «razón» de algo es, para un matemático, dar «cuenta»; el matemático da razón de algo por medio y con «cuentas» (Cl. I.1).15Vide Clave hermenéutica I.1. Y acepta, a su vez, algo como razonado si se le da en forma de «cuenta», ¿geométrico-aritmética?
«La cuenta» asegura la verdad de lo conocido; la «cuenta» eleva opinión verdadera a Ciencia.
Para Sócrates, y para Teeteto —ambos a la una en la empresa de definir Ciencia en cuanto tal, sin restringirse a Ciencia geométrica— [26] la opinión verdadera asciende a ser (a «tener») Ciencia al estar acompañada de cuenta-y-razón.
Pero λόγος es cuenta-razón-palabra (Cl. 1.1).16Vide Clave hermenéutica I.1. Por lo de «palabra» tiene voz y voto el Gramático, como por lo de «cuenta», el Geómetra y Aritmético; y por lo de «razón», el Filósofo.
Mas «yo he oído», dice Sócrates «que, según algunos, nosotros y las demás cosas nos componemos de algo así cual de elementos primarios» (201 d). Sabía él, Teeteto y Teodoro —y nosotros también— que se refería a los Físicos, a los Naturales.
Gramáticos y Físicos coincidían en emplear las mismas palabras, cada uno a su sentido, por conexos, en plan, los dos:
στοιχεῖον era «letras» para Gramático; «elemento» para Físico;
συλλαβή era «sílaba» para Gramático; «compuesto» para Físico.
στοιχεῖον era, para ambos, algo «primero y primario» (πρῶτον, Cl. 1 5),17Vide Clave hermenéutica I.3. capaz de ser «nombrado» —de ser indicable por un nombre propio; mas no de ser explicado, definido, por nada más; pues todo eso que va más allá de nombres propios— cual los de «Alfa», «Beta»…; Agua, Aire, Fuego…; son palabras como «eso», «aquello», «cada uno», «único», «esto», y otras muchas más que van rondando (περὶ-τρέχει) por todo (πᾶσι, 202 a) y a todo, por diverso que sea, se les atribuye o aporta (πρὸς-φέρεται); mas se quedan diferentes de ellos; así que nada pueden explicar de lo que cada elemento, cada «primario», es él «en cuanto él mismo» (αὐτὸ καθ’ αὑτό, 201 e), en su originalidad y unicidad.
Asi que al decir Sócrates y Teeteto las palabras de στοιχεῖον y συλλαβή, el Gramático y Físico oía cada uno lo suyo. Ambigüedad que no lo es, sino «dúo» armonioso.
Por tanto, la ensayable definición tercera de Ciencia ha de expresarse así: «Ciencia es opinión verdadera acompañada íntimamente (μετά) de cuenta-y-razón, cuenta-y-razón organizadas según elementos y compuestos». Sólo así todo ello junto, a la una, eleva la opinión verdadera al nivel y estado de Ciencia recognoscible cual tal por filósofos y matemáticos y fisicos y gramáticos.
Sócrates, en diálogo con Teeteto, estudiará el tipo de esa reorganización de opinión verdadera y de cuenta-y-razón por la correlación de elementos-compuesto.
[27] Esta correlación, explicitada, es la estructura ordenada de «Todos-El total-El Todo» (204 a, b, c). El castellano —que es el lenguaje a que traducimos— permite «Todos» (τὰ παντα) —«El total» (τὸ πᾶν)— «El Todo» (ὅλον) con tres variaciones gramaticales de una sola palabra expresar lo que el griego hace con dos parientes (τὰ παντα, lo «todos»; τὸ πᾶν, «El total») y una conexa, mas no emparentada etimológicamente (ὅλον).
(Veremos de que el parentesco «castellano» no afecte a su parcial falta en griego, salvaguardando el sentido filosófico y científicamente valioso).
Sócrates explica tal estructura con dos casos: 1) aritmético; 2) gramatical.
1º) Aritmético. Tomemos el seis; uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis; son «todos» sus unidades, o elementos. «El Total» es seis. «Todas» ha sido un recuento de uno por uno, —una progresiva suma de sus elementos. Ál llegar, contando así paso a paso, a seis, «seis» es el Total. La suma «hecha», diríamos ahora; antes, estaba haciéndose, «Todos» ha llevado a un Total.
Pero «todos» y «total»: ¿son lo mismo? «Seis es igual a dos veces tres, tres veces dos, cuatro más dos, tres más dos más uno» (204 c). «Seis» es algo «lo mismo» (τὸ αὑτό) presente en todas esas variaciones. «En cuantas cosas están hechas de número, ‘todos’ y ‘total’ son lo mismo» (204 d). Lo designado (por presente) en ese plural de combinaciones es uno y lo mismo: seis.
E igual para los casos de cosas numerables.
El número de pletos y el Pletos son lo mismo.
El número del estadio y el Estadio son lo mismo.
El número del ejército y el Ejército son lo mismo.
«Todos» los elementos de pletos, estadio, ejército —recuéntense como se recuenten— dan el mismo «total»: Pletos, Estadio, Ejército, (τὰ παντα) es realmente lo mismo (ταὐτόν) que τὸ πᾶν. ¿Pasa igual respecto de elementos físicos o gramaticales, sus compuestos; cuerpos y palabras, sencillas o frases?
No. «Teodoro» y «»Teeteto», en cuanto nombres no son ni un «todos» (todas sus letras) ni un «total» (una suma de ellas), porque esos manejes de «todos»: 2 · 3 = 3 · 2 = 4 + 2 = 2 + 4 = 1 + 2+ 3 = 6 (El Total), destruyen su significado original. «Teodoro» [28] no es igual a «etoodor», «rodoteo»…, cual 4 + 2 = 2 + 4 = 2 + 1 + 3 = …
«Teodoro», «Teeteto», en cuanto nombres —según categoría gramatical y uso verbal— son un Todo (ὅλον): algo único, perfectamente ordenado interiormente, sin posibilidad de asociaciones, conmutaciones internas que respeten el número, cual lo respetan Pletos, Estadio y Ejército, por ser tan sólo Totales, indiferentes a lo que pase entre «todos» sus elementos; mas no respetan el orden interno y sus propias internas conexiones. El Todo no es, pues, ni lo mismo que el Total ni lo mismo que «Todos».
«So» de «Sócrates» es una silaba; mas no es sílaba de tal nombre «os»; «Te» es sílaba de «Teodoro» y de «Teeteto»; mas no es sílaba «et», aunque el mero número de tales (sílabas): «te», «et», dé el mismo Total: «2» cosas; que ya no son dos letras.
No basta, pues, para «Todo» el que no falte ninguna de sus partes, aunque esto sea condición necesaria que de faltar alguna parte mi «todos» ni «total» pueden surgir, y surgen cuando nada falte (205 a).
«Letra» no tiene partes: «sílaba» no tiene partes; «nombre» no tiene partes, —cual 1, 2, 3 son partes de 6; y lo son 4, 2; 2, 4; 3 · 2, 2 · 3…
Así que «sílaba» es tan eidos como «letra», porque no tiene partes —no es repartible; y tienen ambas «una» idea (205 d, Cl. III.1).18Vide Clave Hermenéutica III.1. Sílaba (de una palabra), letra de una sílaba; verbo-y-nombre (de una frase) (206 d) son cada uno un Todo (ὅλον); cada uno un Todo típico, el suyo; cada uno tiene (o es) un eidos (de Letra, de Sílaba, de Nombre, de Frase…); eídoses ordenables gradualmente. Plural de eídoses; mas todos ellos tienen una sola idea: la de Todo (ὅλον), inasequible partiendo de elementos, aun ascendiendo a «todos» y aun remontando a Total.
Aquí λόγος es ya, y propiamente, «razón»; no, «cuenta». Es «razonamiento»; no, recuento o suma.
¿Cómo conseguir, pues, que tal razón afecte a «opinión verdadera» de modo que la reforme o transforme en opinión verdadera, vueltas «razonables» opinión y verdad?
Tres modos sugiere Sócrates a Teeteto:
1º) De la boca pueden salir o fluir (ῥοή) soplos, sonidos, sil- [29] /bidos (203 b); mas tal corriente puede, mediante la voz (φωνή), hacerse lugar de aparición (ἐμφανή, 206 d) de verbos y nombres: de «palabras» fluyentes (ρήματα) y de «palabras» remanso («denotan lo que está siendo [ὄν] objeto fijo de que se trata», Cratilo, 421 a, b). «Palabras», es decir: «todos» originales, eídoses. Y en tal corriente de gotas-eídoses la mente, la inteligencia, en cuanto dis-cursiva (διά-νοια, 206 d), aparécese (hácese pareciente, sácase a sí misma a luz, (ἐμφανή ποιεῖν), —cual en espejos y aguas, dice Sócrates a Teeteto, aparécense las imágenes (ἐκ-τύπος, ibid.) de otras cosas.
Tal aparecerse, hacerse pareciente la inteligencia discursiva en corriente impelida por palabras «fluyentes» (verbos) y remansada por palabras «estantes» (ὄν, que están siendo) es el «logos», ¿«No te lo parece»? Es el «razonamiento».
Mas ¿es capaz de volver racional, raciocinante, a «opinión verdadera»? «No», adviértele Sócrates. «Pronto o tarde, cualquiera de los dos que tengan opinión verdadera darán la apariencia de tenerla con razonamiento», pues tal tipo de razonamiento, cual «reflejo» en corriente vocal, no da para que se engendre «ciencia» (206 e). El simple, y aun perfecto, hablar y declararse mediante la estructura de «nombre-verbo», o de «verbo-nombre» —la corrección gramatical sintáctica—, no da para reformar elevadoramente opinión verdadera a Ciencia, ni da tampoco para ello.
2º) Hacer fluir la corriente de nombre-verbo (eídoses) reformada por arte: por una descripción en que la estructura sintáctica de verbo-nombre pase, paso a paso (διὰ, ἐξ, ὁδός, διέξοδος, 207 c, d) por los elementos integrantes de lo opinado ya según verdad —opinión verdadera sobre números, figuras, virtud, conocimiento…—, cual lo hace el artesano de carros que sabe de las partes de un «carro»: ruedas, ejes, caja…: de las «cien partes» de que habla Hesiodo (207 a), y de su orden para dar un carro realmente servible.
Tratar según arte —cual artesano-y-artífice (Cl. I.1),19Vide Clave hermenéutica I.1. en uno— la opinión verdadera, ¿la levanta a «Ciencia»?
«No», adviértele Sócrates a Teeteto, porque descripción, paso a paso, ordenada, de piezas de un artefacto, da tan sólo un Total; no, un Todo. Es sólo un total que no impide el trastocar el orden de enumeración de piezas, —cual sucede en 6 = 1 + 2 +3 = 4 + 2 = 2 + 1 + 3…, y el trasladar una pieza a otro artefacto o emplear alguna para diversos, cual la «t» para Teeteto y Teodoro… En un [30] auténtico «todo», no puede haber partes o piezas desmontables, reemplazables, de repuesto, «Ciencia» ha de ser un Todo.
3º) Nos queda aún un tercer procedimiento (un tercer eidos) para levantar opinión verdadera a Ciencia, para obtener «opinión verdadera enrazonada», recuérdale Sócrates a Teeteto, descorazonado. «A punto me lo recuerdas», responde Teeteto. ¿«Cuál es»?
«La diferencia» —διαφορότης: ese signo (σημεῖον) que indica lo que una cosa tiene de «distinguida» (en sí) y de «distinta» de todas las demás: «El distintivo» de la cosa; «distintivo» que es algo único, original: «Todo». Ese algo que a alguien le conviene «enteramente» a él y «solamente a él»; nada de común con todos los demás (209 a, b, c).
¿Sería, pues, Ciencia «opinión verdadera definida»?; mas a la definición, ¿se la conocerá con «opinión», «opinando» que tal es la verdadera definición de (algo)?, o, ¿habríase de exigir el conocer que tal es la definición de una cosa con conocimiento científico?, porque no va a bastar para Ciencia un conocimiento ni vulgar ni artesanal.
«Por cierto que esto es, de todo en todo, estúpido», adviértele Sócrates. «Ciencia» resultó ser opinión verdadera «cientifacta», —con conocimiento científico de lo distintivo.
El tercer ensayo de definición de Ciencia lleva a un círculo… a dar vueltas, a lo mismo.
El otro diálogo que esta misma mañana sostendrá Sócrates, camino al Pórtico del Rey —el diálogo «Eutífron»— termina también en círculo.
¿Terminan así, de suyo? ¿O los hace terminar Sócrates por ser ya hora de presentarse a juicio?, —a un Juicio del que puede salir absuelto, ¿o encarcelado, para morir en cárcel?
En cualquiera de estos casos, dice a Teeteto: «Mañana por la mañana», desde la aurora (ἕωθεν), «nos reuniremos», sea donde fuere, a continuar el diálogo (210 d). Así, con tranquila, serena, humana dignidad.
(Tal diálogo será el que lleva por nombre «Sofista»).