Perí Physeos PARM VIII 50-52
Parmenidis De Natura
Περί φύσεως (Παρμενίδης)
VIII 50-52
Tabla de contenidos
Una versión del siglo XXI
VIII 50-52
[50] ἐν τῷ σοι παύω πιστὸν λόγον ἠδὲ νόημα ἀμφὶς ἀληθείης· δόξας δ’ ἀπὸ τοῦδε βροτείας μάνθανε κόσμον ἐμῶν ἐπέων ἀπατηλὸν ἀκούων.
VIII 50-52
En este punto te doy fin al discurso y pensamiento fidedignos
en tomo a la verdad. Opiniones mortales desde ahora
aprende, oyendo el orden engañoso de mis frases.
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Comentarios de Jorge Pérez de Tudela
[CONTINUA DE LA ENTRADA ANTERIORl
* * *
El dogma de la diosa, dogma, como vemos, de inmutable homogeneidad y ausencia de perturbación, ilimitada afirmación de la perfecta calma (Valéry) de ese Todo de «Lo-que-hay», volverá ahora, y en verdad que con su crudeza habitual, a enfrentarse una vez más a los mortales. Habíamos dejado a éstos, como se recordará, errantes en su laberinto, videntes que no ven, cabezas dobles con tendencias palindrómicas, incapaces de seguir la «diritta via» que señala el pensar. A sus normales errores, sin embargo, no dejará de añadirse ahora otro; otro que quizá no sea del todo nuevo, visto que ya un fragmento anterior había advertido, como se recordará, contra todo uso desnortado de lo que allí se llamó «la lengua». Los mortales, se nos dice, han incurrido en el grave error de nombrar. Pues nombran, pero la operación denominativa presenta tales caracteres que, frente al «elenco» de la diosa, sólo le cabe desaparecer. La palabra de la diosa, colérica y despectiva, lanza la entera potencia del pensar verdadero, que es verdadero pensar y piensa lo verdadero, contra el engañoso armazón de esos nombres, a la fuerza de cuyo señuelo parece atribuir la imborrable ilusión del cambio, tanto de color como de lugar; la ilusión de que, en efecto, hay «ser»; pero «ser» en el sentido de «nacimiento»; la ilusión de que, en efecto, hay «no-ser»; pero «no-ser» en el sentido de «destrucción». («Por tanto será un nombre todo cuanto los mortales convinieron, creídos de que son verdades, que llega a ser y que perece, que es y no es…»: vv. 38-40.) La galaxia del nombrar tiene a su favor, por tanto, no sólo el poder hechizante del lenguaje, que acaso nos impela a dejamos seducir por su gramática y por sus trampas; su poder radica además en que, de creer a la diosa, a su ámbito pertenecen otros elementos cognitivos cuya carrera, en constante oposición a ese pensar «auténtico» del que hablábamos, será larga en filosofía: los nombres, en efecto, son aquí producto de la convención; y la categoría mental que les corresponde, por si lo anterior fuera poco, no es precisamente la verdad, sino la creencia. Ahora bien, ¿no son «creencia» y «convención», justamente, nombres por antonomasia de todo pensamiento con pretensiones de absolutidad? Sin duda. Y, sin embargo, a la diosa no le basta con exponer ese sentido general del error de los mortales. Y es que ese nombrar al que se entregan los efímeros responde a una decisión mucho más precisa —y relevante— de lo que estas condenas genéricas de la diosa permiten suponer. Sabemos que, de consuno («con-vinieron»), y fiados quizá de su consenso, validaron con los nombres su mortal visión del mundo, colorista, abigarrada, impregnada de vida y muerte, de mutación y multiplicidad. Ignoramos aún, empero, a qué mecanismo secreto responde en su conjunto esa estrategia. Ahora bien: ¿no es ya hora justamente de desvelar, si existiera, ese código de fondo que estructura la opinión, la percepción y el lenguaje de los ignaros? Así lo ve la diosa, y de ahí su anuncio de que, concluido «discurso y pensamiento fidedignos en torno a la verdad» (vv. 50-51), el camino conduce ahora a que su discípulo consiga una comprensión tan exacta y fundamentada del sistema de creencias en el que viven los más «que ningún parecer de los mortales te aventaje» (v. 61). Punto crítico de nuestro discurso, porque en el espacio de pocos versos parecen así entrechocar sus armas (los ecos de ese combate resuenan todavía en la casa de la filosofía) contendientes gigantescos, irreductibles: «Verdad» vs. «opiniones», λόγος (y νόημα) vs. «palabras ritmadas», «composición poética» (ἔρη) X141X, ¿«inmortalidad»? vs. «mortalidad», «fe», «confianza» (πίστις: πιστὸν λόγον: v. 50) vs. «engaño» (ἀπάτη: κόσμον… ἀπατηλὸν: v. 52)… El valor que se quiera otorgar a este brusco cambio de paisaje dependerá, naturalmente, de la interpretación general que se tenga del Poema (lo mismo que esta segunda depende, circularmente, de la que se tenga de aquél). Es así como los partidarios de un Parménides aniquilador no sólo del sistema conceptual de los humanos, sino de la misma realidad de un mundo que apoyase su creencia (su nómina es enorme, pero es difícil resistirse a recordar la clásica contundencia de un Gomperz), acentúan sin desmayo la indicación dada por la diosa de que su discurso, a partir de este momento, se ha de tener por «engañoso». (Cierto es que la expresión plantea algún problema, toda vez que, si la advertencia es correcta ¿engaña o no la diosa cuando expone la manera mortal de explicitar las apariencias? ¿Será cretense la diosa? ¿O creerá, como Solón —y como Zaratustra—, ella que es poeta, que «mucho mienten los poetas»? X142X). Pero esta postura no es tan sólida como parece. No lo es filosóficamente, por las muchas razones que hasta ahora se han venido aportando. Pero tampoco filológicamente, porque son muchos los que han sugerido, en esta tesitura, que ἀπατηλός acaso pueda tener, en ciertos contextos, el sentido de «ingenioso», «inventivo» X143X. Un significado que convendría perfectamente al sustantivo que le acompaña, toda vez que kósmos, entre otros muchos valores, es término relativo a un orden de agrupación de acontecimientos que, anudándolos entre sí, convierte su sucesión en historia X144X. [CONTINUA EN LA ENTRADA SIGUIENTE]
Algunas aclaraciones
X141X
Es un aspecto fuertemente subrayado por T. Calvo: “I will suggest tliat the main opposition put forth by Parmenides is the opposition between two kinds of language, which —according to his own words— can be named Logos and Eros, respectively. This appears textually formulatcd in 8, 50-52 as a distinction between the lógos about the Truth and the kósmos epéon through which the opinions of mortals are expressed and transmitted» («Truth and Doxa in Parmenides», p. 255).
X142X
La cuestión no es baludí. Con base en otro conocido escollo del Poema, es a saber, esa inclusión de «ser» y «no-ser» en la lista de nombres propios de mortales (cuestión que, lo reconozco, he presentado desactivada en el comentario), Giorgio Colli ha podido hablar de un sentido «escondido» del Poema, que, en realidad, sería «sofístico» y «destructivo», afín en todo, por tanto, a la línea de sus discípulos Gorgias y Zenón. Vid. Zenone di Elea, p. 147 y nota 95 (que remite a La naturaleza ama esconderse). La sentencia de Solón reza: «[…] pollà pseúdontai aoidoí». Juan Ferraté traduce «mucho falsean los poetas» (p. 87).
X143X
Así lo entiende Untersteiner, que traduce «l’arte fantastica delle mie parole» (Parmenide, p. 151. Vid. también p. CLXVIII, nota 9).
X144X
«Kósmos refers to the ordering of the several elements and episodes which take place consecutively and constitutes the whole of a story» (T. Calvo, «Truth and Doxa…», p. 257).
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Una versión del siglo XX
300 Simplicio, in Phys. 30, 14 (continuación de 299, cf. in Phys. 146, 23).
μετελθών δὲ ἁπὸ τῶν νοητῶν ἐπὶ τὰ αἰσθητὰ ό Παρμενίδης, ἤτοι ἀπὸ άληθείας, ώς αυτός φησιν, ἐπὶ δόξαν, ἐν οἶς λέγει (Fr. 8, v. 50) [50] ἐν τῷ σοι παύω πιστὸν λόγον ἠδὲ νόημα ἀμφὶς ἀληθείης· δόξας δ’ ἀπὸ τοῦδε βροτείας μάνθανε κόσμον ἐμῶν ἐπέων ἀπατηλὸν ἀκούων,
300 Parménides transita de los objetos de razón a los
objetos sensibles, o, como él mismo afirma, de la
verdad a la opinión, cuando dice: «Aquí termino mi
fidedigno discurso y pensamiento sobre la verdad;
aprende, de ahora en adelante, las opiniones de los
mortales escuchando el orden engañoso de mis
palabras».
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Comentarios de Kirk, Raven y Schofield
La declaración de la diosa no será fidedigna, sin duda, sino engañosa, sobre todo, porque presenta creencias, totalmente confusas en sí mismas, como si estuvieran en orden (293). La segunda mitad del poema no describía o analizaba simplemente opiniones corrientes sobre el cosmos, sino que contenía una teogonía y una cosmogonía muy elaboradas y muy características, que, en parte, recuerdan a Hesíodo y, en parte, a Anaximandro. La intención de Parménides, como veremos, apunta a presentar las opiniones mortales, no como son actualmente, sino como podrían ser en el mejor de los casos, hecho que convierte en engañosa la exposición en un sentido más amplio: en efecto, procura una representación engañosamente plausible (aunque no genuinamente convincente) de la realidad.
Para comprender mejor la conexión entre la cosmología de Parménides y las opiniones mortales en general, necesitamos considerar los dos últimos versos de 301 X152X:1Texto, traducción e interpretación son discutidos: cf. Mourelatos, Route, cap. VIII. El problema principal radica en que parece que los vv. 31-22 intentan salvar la credibilidad de las opiniones mortales, en flagrante contradicción con la afirmación del verso 30, de que no hay verdad en ellos. La solución consiste en interpretar el contenido de la enseñanza de los vv. 31-32 como una mentira, tal como aparece explícitamente en 300 (cf. Hesíodo, Teog. 26-27, modelo de 301).
301 Fr. 1, 28-32, Simplicio, de caelo 557, 25 (de 288)
χρεὼ δέ σε πάντα πυθέσθαι ἠμέν Ἀληθείης εὐκυκλέος ἀτρεμὲς ἦτορ [30] ἠδὲ βροτῶν δόξας, ταῖς οὐκ ἔνι πίστις ἀληθής. ἀλλ’ ἔμπης καὶ ταῦτα μαθήσεαι, ὡς τὰ δοκοῦντα χρῆν δοκίμως εἶναι διὰ παντὸς πάντα περῶντα.
301. Es necesario que conozcas todo, tanto el
corazón imperturbable de la verdad bien
redonda, como las opiniones de los mortales, en
las que no hay verdadera confianza. Aprenderás,
empero, también cómo las creencias deberían ser
aceptables, penetrándolo totalmente todo.
Los versos 31-32 son interpretados como expresores de la condición sobre la que se puede asegurar la genuina existencia de los objetos de la creencia mortal, i. e. que penetran totalmente todas las cosas. Esta condición está íntimamente unida a la exigencia de la Verdad de que cualquier objeto de investigación existe por completo. Lo que Parménides afirma ser falso, en los vv. 31-32, no es la especificación de la diosa sobre la condición, sino su pretensión de que pueden satisfacerle los objetos de la creencia mortal. De ello se sigue que la cosmología de la segunda parte del poema debería leerse como una reinterpretación del mundo en el que creen los mortales, en términos que lo explican (de un modo falso, pero atractivo) en la medida en que satisfacen la condición de penetrabilidad.
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