Perí Physeos PARM VIII 32-49

Parmenidis De Natura

Περί φύσεως (Παρμενίδης)

VIII 32-49

Una versión del siglo XXI

VIII 32-49

οὕνεκεν οὐκ ἀτελεύτητον τὸ ἐὸν θέμις εἶναι·

ἔστι γὰρ οὐκ ἐπιδευές· ἐὸν1En los códices se lee μὴ ἐὸν (por lo que el pasaje debería traducirse, si leemos μὴ, «no siendo, estaría falto de todo»). Pero μὴ es amétrico y Bergk lo eliminó del texto. δ’ ἂν παντὸς ἐδεῖτο.

ταὐτὸν δ’ ἐστὶ νοεῖν τε καὶ οὕνεκεν ἔστι νόημα.

[35] οὐ γὰρ ἄνευ τοῦ ἐόντος, ἐν ᾧ πεφατισμένον ἐστίν,

εὑρήσεις τὸ νοεῖν· οὐδὲν γὰρ <ἢ> ἔστιν2οὐδὲν γὰρ <ἢ> ἔστιν es una conjetura de Preller: οὐδὲν γάρ ἐστιν (amétrico) se lee en Simplicio 86.31, mientras que en 146.9 aparece οὐδ’ εἰ χρόνος ἐστὶν, «ni tampoco si el tiempo existe». ἢ ἔσται

ἄλλο πάρεξ τοῦ ἐόντος, ἐπεὶ τό γε Μοῖρ’ ἐπέδησεν

οὖλον ἀκίνητόν τ’ ἔμεναι· τῷ πάντ’ ὄνομ’ ἔσται,

ὅσσα βροτοὶ κατέθεντο πεποιθότες εἶναι ἀληθῆ,

[40] γίγνεσθαί τε καὶ ὄλλυσθαι, εἶναί τε καὶ οὐχί,

καὶ τόπον ἀλλάσσειν διά τε χρόα φανὸν ἀμείβειν.

αὐτὰρ ἐπεὶ πεῖρας πύματον, τετελεσμένον ἐστί

πάντοθεν, εὐκύκλου σφαίρης ἐναλίγκιον ὄγκῳ,

μεσσόθεν ἰσοπαλὲς πάντῃ· τὸ γὰρ οὔτε τι μεῖζον

[45] οὔτε τι βαιότερον πελέναι χρεόν ἐστι τῇ ἢ τῇ.

οὔτε γὰρ οὐκ ἐὸν ἔστι, τό κεν παύοι μιν ἱκνεῖσθαι

εἰς ὁμόν, οὔτ’ ἐὸν ἔστιν ὅπως εἴη κεν ἐόντος

τῇ μᾶλλον τῇ δ’ ἧσσον, ἐπεὶ πᾶν ἐστιν ἄσυλον·

οἷ γὰρ πάντοθεν ἶσον, ὁμῶς ἐν πείρασι κύρει.

VIII 32-49

y es que no es lícito que lo que es sea incompleto,

pues no está falto, ya que, en caso de estarlo, todo le faltaría.

Así que es lo mismo pensar y el pensamiento de que algo es,

[35] pues sin lo que es, en lo que está expresado,

no hallarás el pensar; que no hay ni habrá

otra cosa fuera de lo que es. Pues la Moira lo aherrojó

para que sea total e inmutable. Por tanto será un nombre todo

cuanto los mortales convinieron, creídos de que son verdades,

[40] que llega a ser y que perece, que es y que no es,

que muda de lugar y cambia de color resplandeciente.

Pues bien, como hay una atadura extrema, completo está

por doquier, parejo a la masa de una bola bien redonda,3El ser es comparado con una bola por su carácter equidistante y equilibrado. Es, insisto, una comparación y no se afirma de él que sea esférico.

desde su centro equilibrado por doquier, pues que no sea algo mayor

[45] ni algo menor aquí o allí es de necesidad,

ya que ni hay algo que no sea que le impida alcanzar

lo homogéneo, ni hay algo que sea de forma que haya de lo que es

por aquí más, por allí menos, pues es todo inviolable.

Y es que, igual a sí mismo por doquier, se topa consecuentemente con sus ataduras.

Aclaraciones al texto griego

XX1X = (v. 33): En los códices se lee μὴ ἐὸν (por lo que el pasaje debería traducirse, si leemos μὴ, «no siendo, estaría falto de todo»). Pero μὴ es amétrico y Bergk lo eliminó del texto.

XX2X = (v. 36): οὐδὲν γὰρ <ἢ> ἔστιν es una conjetura de Preller: οὐδὲν γάρ ἐστιν (amétrico) se lee en Simplicio 86.31, mientras que en 146.9 aparece οὐδ’ εἰ χρόνος ἐστὶν, «ni tampoco si el tiempo existe».

Aclaraciones a la versión castellana

XX3X = (v. 43): El ser es comparado con una bola por su carácter equidistante y equilibrado. Es, insisto, una comparación y no se afirma de él que sea esférico.

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Comentarios de Jorge Pérez de Tudela

[CONTINUA DE LA ENTRADA ANTERIORl desgranar este rígido catálogo de «signos», el discurso de la diosa vuelve a recuperar la inspiración mítica, así como un decidido gusto por la metáfora geometrizante. Como leemos, reaparece Dike, «Justicia», carcelera que parece haber cambiado aquellas «llaves» suyas del Proemio por estos «grilletes» de ahora; comparecerá, más adelante, la terrible figura del Hado, de la Moira, personaje no menos afanado en tareas de inmovilización (vv. 37-38); y en general se evoca sin tapujos la situación del sujeto sujetado, del héroe encadenado. Y es que se trata de dibujar, en lo posible, la implacable ferocidad de (ese pensar que pregona) lo perfecto, la completitud, la ausencia total de «otredad»; ausencia irreversible por la que todo aquello que es posible-y-pensable resulta atrapado, irremediablemente aprisionado, en las redes de un «Algo» definitivo, acabado. Uno y continuo, el misterioso sujeto del fragmento 8 (así se llame «verdad», «todo», «ente», «eso», «realidad» o «ser», nombres todos de «lo Real» que, como vimos, quizá resulten intercambiables a los ojos de diosa),

f) ¿cómo no habría de resultar, por tanto, indivisible, o, por mejor decir, indiviso? Pues dividir es tanto como separar, y para separar es preciso poder captar diferencias, desigualdades de lo dividido. Ahora bien: ¿cómo acometer con perspectivas de éxito semejante tarea, cuando en el Objeto que se ha de dividir reina la homogeneidad y la autohomogeneidad; cuando, estando «todo él lleno de ser» (v. 24), lo que encontramos es un perfecto equilibrio sin fisuras, la absoluta autoigualación de aquello que entre él y sí mismo sólo se tienea sí mismo, ya que, «como es, toca con lo que es» (v. 25)? Obviamente, es toda la milenaria —e inacabada— historia del continuo lo que también de aquí arranca, determinando buena parte de la (torturada y tortuosa) reflexión posterior. Sólo que el Poema no parece insistir demasiado en esta cuestión del continuo (de su auténtica naturaleza y condiciones de posibilidad), a la manera en que, no tardando mucho, habría de empezar a hacerlo un tal Zenón, por cierto también de Elea, que aplicaría a ese problema todo el vigor de la naciente dialéctica X138X. Al Poema parece interesarle más bien reiterar, con su habitual estilo contundente,

g) que es condición insoslayable, además, de Eso que describen sus versos el ser (¿o más bien habría de decirse «estar»?) inmóvil (ἀκίνητον): el carecer, por poderoso, de toda potencia de cambio y mutabilidad. Pues de nuevo hay que recordar que nos enfrentamos a algo total y absolutamente «an-árquico» (ἄναρχον); algo que, por ser el Principio, resulta enteramente ajeno a todo «principio» (ἄρχε) y enteramente ajeno, también, a todo «final» (es, literalmente, ἄπαυστον, «sin pausa»). Algo, como vimos, que desde siempre y sin cese se mantiene en el incansable presente del «ahora». ¿«Se mantiene»? En rigor, y como arriba se subrayaba, lo que habría que decir es que «es mantenido». Pues el discurso de la diosa, enriqueciéndose como se enriquece con imaginería de «prisiones» (v. 31), de «cadenas» (v. 26), de encierros (v. 31) y aherrojamientos (v. 37), gana tonos de auténtica violencia, por no decir salvajismo X139X, en su inflexible esfuerzo por convencer, todavía una vez más, de que puesto que nada hay sino lo que es (sin el que, por cierto, «no hallarás el pensar» [v. 36] X140X), son potencias ciegas, inconmovibles —son Dike, Ananke y Moira— las que vigorosamente lo mantienen «lo mismo y en lo mismo» (ταὐτόν τ’ ἐν ταὐτῷ: v. 29), «firme» (ἔμπεδον: v. 30), «total» (οὖλον), «completo» (τετελεσμένον: v. 42), «inviolable» (ἄσυλον: v. 48), «igual a sí mismo por doquier» (οἷ πάντοθεν ἶσον: v. 49); alcanzando con uniformidad sus límites, esos mismos límites que ninguna fuerza pensable le permitiría traspasar. Finalmente, no otra podría ser la condición de Eso que, como dijimos, juega su existencia a Todo o Nada; Eso que, o carece de todo, o no carece de nada (v. 33), y siendo la única salida posible a tal dilema la de que, en verdad, no carece de nada, carece por lo mismo de toda razón suficiente para cambiar, modificarse, alterarse o padecer. Que una Realidad como ésta, ajena a todo más y todo menos, tanto cualitativo como cuantitativo, obtenga su mejor tropo en la comparación con «la masa de una bola bien redonda, desde su centro equilibrado por doquier» (vv. 43-44), es algo de cuya imponente fortuna histórica apenas cabe sorprenderse; porque excita la imaginación y resume en un solo gesto una compleja argumentación. Pero no es el mayor de los hallazgos divinos: es, simplemente, la más sugerente concreción de una intuición lógica. [CONTINUA EN LA ENTRADA SIGUIENTE]

Algunas aclaraciones

X138X

Sobre la relación entre la Escuela de Elea y los orígenes de la dialéctica, cfr. los sugerentes estudios de Colli Gorgia e Purmenide y Zenone di Elea.

X139X

Una violencia a la que nunca ha sido ajena la historia de la filosofía. Piénsese, sin ir más lejos, en el trato que se le depara al caballo negro en el Fedro; piénsese en el modo que Descartes tuvo de tratar su trozo de cera…

X140X

Este verso, incluida su continuación («con respecto al cual está expresado»), presenta dificultades tan complejas como el que más. No podemos entrar en los detalles. El lector interesado hallará un excelente resumen de las posiciones en M. Conche (Le Poème…, pp. 160 ss.).

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Una versión del siglo XX

iii) (d) Perfecto.

299 Fr. 8, 32-49, Simplicio, in Phys. 146, 5 (continuación de 298)

 

οὕνεκεν4Para la traducción de οὕνεκεν por «por tanto», cf. τοῦ εἵνεκεν 296, 13. El significado más frecuente en la épica es «porque» y muchos lo prefieren en este texto. οὐκ ἀτελεύτητον τὸ ἐὸν θέμις εἶναι·

ἔστι γὰρ οὐκ ἐπιδευές· [μὴ] ἐὸν δ’ ἂν παντὸς ἐδεῖτο.

ταὐτὸν δ’ ἐστὶ νοεῖν τε καὶ οὕνεκεν ἔστι νόημα.

[35] οὐ γὰρ ἄνευ τοῦ ἐόντος, ἐν ᾧ πεφατισμένον ἐστίν,

εὑρήσεις τὸ νοεῖν· οὐδὲν γὰρ <ἢ> ἔστιν ἢ ἔσται

ἄλλο πάρεξ τοῦ ἐόντος, ἐπεὶ τό γε Μοῖρ’ ἐπέδησεν

οὖλον ἀκίνητόν τ’ ἔμεναι· τῷ πάντ’ ὄνομ’ ἔσται,5ὀνομασταὶ Simplicio (in Phys. 87, 1) E; ὄνομα ἔσται DF. Cf. Mourelatos, Route, 180-5; M. F. Burnyeat, Philosophical Rewiew 91 (1982), 19 n. 32.

ὅσσα βροτοὶ κατέθεντο πεποιθότες εἶναι ἀληθῆ,

[40] γίγνεσθαί τε καὶ ὄλλυσθαι, εἶναί τε καὶ οὐχί,

καὶ τόπον ἀλλάσσειν διά τε χρόα φανὸν ἀμείβειν.

αὐτὰρ ἐπεὶ πεῖρας πύματον, τετελεσμένον ἐστί

πάντοθεν, εὐκύκλου σφαίρης ἐναλίγκιον ὄγκῳ,

μεσσόθεν ἰσοπαλὲς πάντῃ· τὸ γὰρ οὔτε τι μεῖζον

[45] οὔτε τι βαιότερον πελέναι χρεόν ἐστι τῇ ἢ τῇ.

οὔτε γὰρ οὐκ ἐὸν ἔστι, τό κεν παύοι μιν ἱκνεῖσθαι

εἰς ὁμόν, οὔτ’ ἐὸν ἔστιν ὅπως εἴη κεν ἐόντος

τῇ μᾶλλον τῇ δ’ ἧσσον, ἐπεὶ πᾶν ἐστιν ἄσυλον·

οἷ γὰρ πάντοθεν ἶσον, ὁμῶς ἐν πείρασι κύρει.

299. Por ello es correcto que lo que es no sea

imperfecto; pues no es deficiente —si lo fuera, sería

deficiente en todo. Lo mismo es ser pensado y

aquello por lo que es pensamiento, ya que no

encontrarás el pensar sin lo que es en todo lo que se

ha dicho;6O «en lo que se expresa el pensamiento» pues ni es ni será algo fuera de lo que es,

dado que el Hado lo encadenó para que fuera entero

e inmutable. En consecuencia, ha recibido todos los

nombres que los mortales, convencidos de que eran

verdaderos, le impusieron: nacer y perecer, ser y no

ser, cambio de lugar y alteración del color

resplandeciente. Pero, puesto que es límite último,

es perfecto, como la masa de una esfera bien

redonda en su totalidad, equilibrado desde el centro

en todas sus direcciones; pues ni mayor ni menor es

necesario que sea aquí o allí, ya que ni es lo no-ente,

que podría impedirle llegar a su igual, ni existe al

modo que pudiera ser más aquí y menos allí, pues

es todo inviolable, porque, por ser igual a sí mismo

por todas partes, se encuentra por igual dentro de

sus límites.

Nota al texto griego:

XX1X = (v. 32): Para la traducción de οὕνεκεν por «por tanto», cf. τοῦ εἵνεκεν 296, 13. El significado más frecuente en la épica es «porque» y muchos lo prefieren en este texto.

XX2X = (v. 38): ὀνομασταὶ Simplicio (in Phys. 87, 1) E; ὄνομα ἔσται DF. Cf. Mourelatos, Route, 180-5; M. F. Burnyeat, Philosophical Rewiew 91 (1982), 19 n. 32.

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Comentarios de Kirk, Raven y Schofield

Esta sección final de la verdad, larga y difícil, combina un compendio de toda la primera parte del poema con la derivación de la perfección de la realidad a partir de su determinación (argumentada plenamente en los vv. 42-49, que se ha creído con frecuencia —como KR— que presentaba una línea de pensamiento totalmente distinta de la de los vv. 32-33 (considerados generalmente como una parte de 298) y de los 34-41). Parménides ofrece, en primer lugar, un breve bosquejo de su principal argumento de que lo que es, aunque limitado o determinado, no puede ser deficiente y, si no es deficiente, no puede ser imperfecto (32-33). A continuación nos retrae a su punto de partida: si tienes un pensamiento sobre algún objeto de investigación, debes estar pensando en algo que es (34-36). Podrías suponer que puedes pensar que está llegando a ser algo distinto de lo que es; pero la argumentación ha demostrado que lo que es existe completamente y sin cambio —nunca está en proceso de llegar a ser— (34-36). Por tanto, expresiones como «llega a ser» y «cambia», empleadas por los mortales, sólo pueden referirse (a pesar de sus erradas intenciones) a la realidad completa y sin cambio (38-41). Del hecho, de que lo que es está limitado o determinado, podemos inferir, en verdad, su perfección (42-44), porque su determinación no excluye precisamente la posibilidad de que esté sometido a llegar a ser y al cambio, sino cualquier clase de deficiencia en su realidad (44-49).

Una vez más nos enfrentamos con una embarazosa elección entre una interpretación literal o una metafórica del «límite» y una vez más la argumentación parece requerir sólo una cierta forma de determinación (cf. 296, 14-15). Nuevamente es difícil olvidarse de las connotaciones espaciales del mundo —en verdad, han ocupado mucho nuestra atención (NB el epíteto pumaton, «límite extremo»). Bien podemos imaginarnos que Parménides concluye que, si la realidad es espacialmente extensa y está determinada, debe ser limitada en extensión espacial. Debemos decidirnos, en definitiva, tanto por la lectura literal como metafórica del término.

El seguimiento de la vía «es» conduce, por tanto, a una conclusión tan sorprendente como el resultado de la consideración de «no es». La posición final de Parménides en 299 es doblemente paradójica. No sólo niega la coherencia lógica de todo lo que nosotros creemos acerca del mundo, sino que, al convertir toda la realidad en una esfera infinita, introduce una noción, cuya propia coherencia lógica debe, a su vez, ponerse en duda X151X.7¿No debe existir un espacio real vacío más allá de los límites de la esfera, si tienen que desempeñar la función de límites? Esta objeción podría persuadirnos de que es posible que Parménides no haya sostenido que la realidad fuera una esfera, si no fuera porque lo que nos induce a pensar que lo creyó así, es su explotación, aparentemente acrítica, de la metáfora del límite (i. e. de lo que nosotros tomaríamos por metáfora).

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