Los sofistas en Atenas 008
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Los sofistas en Atenas. La salida retórica al dilema trágico / 1. Una ciudad con dos almas

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Los sofistas en Atenas 008

En cuanto a la Ática, la tradición sostiene que los dorios la atacaron durante largo tiempo pero sin éxito, porque la población local, guiada por el mítico rey Codro, habría logrado rechazarles hacia el oeste. Por tanto, de la península, los dorios habrían mantenido bajo su poder el único tramo que siempre permaneció de lengua doria, la Megáride,1Herod., Historiae, V, 76; Lycūrgus, Contrā Leocratem, 84 ss..; Polyaenus, Stratēgēmata, I, 18; Pausānias, Graeciae dēscr., I, 39, 4; 42. mientras que el resto, habitado según Heródoto por los Pelasgos Cránaos,2Herod., Hist., VIII, 44, 2; cfr. VIII, 57, 3. —quienes se convirtieron en atenienses aprendiendo un dialecto griego de tipo jónico—, quedó ajeno al mundo social dórico, sufriendo más bien la influencia de los jónicos de Asia, que mantenían estrechas relaciones con la península ática y que casi con certeza la habían helenizado. La atenta defensa contra los dorios produjo la unidad política de la región mucho antes que en otras partes del mundo griego, con la consiguiente influencia del campo y sus tradiciones sobre la metrópoli (muy visible la huella agrícola en las fiestas áticas3Cfr. DEUBNER, L. Attische Feste, Berlin / New York, 1932 (2.ª ed. 1969); RUMPF, A. »Attische Feste – Attische Vassen«, Bonner Jahrbücher, 161 (1961), pp. 208-214; CAPITIENSIS, A. L’uomo a due anime, Firenze: La Nuova Italia, 1988, pp. 228-229. y en los misterios eleusinos).4Sobre el origen y el significado de los misterios eleusinos: MÉAUTIS, G. Les dieux de la Grèce et les Mystères d’Éleusis, Paris, PUF, 1959; WALTON, F. R. “Athens, Eleusis and the Homeric Hymn to Demeter”, Harvard Theological Review, 45 (1952), pp. 105-114; DELATTE, A. « Le Cycéon, breuvage rituel des mystères d’Éleusis », Bulletin de l’Académie Royale de Belgique, Classe de Lettres, Série V, 40 (1954), pp. 690-752; BIANCHI, U. «Saggezza olimpica e mistica eleusina nell’inno omerico a Demeter», Studi e materiali di storia delle religioni, 35 (1964), pp. 161-193; BOYANCÉ, P. « Sur les Mystères d’Éleusis », in Revue des études grecques, 75 (1962), pp. 460-482; KERÉNYI, K. Die Mysterien von Eleusis, Zürich: Rhein, 1962 (hay trad. cast.: Eleusis. Imagen arquetípica de la madre y la hija, Madrid: Siruela, 2004); JANSSEN, H. L. »Die Eleusinische Weihe«, in AA. VV. Ex Orbe Religionum I, Leiden: Brill, 1972, pp. 287-298; cfr. CAPITIENSIS, A. L’uomo a due anime, cit., 1988, pp. 229-230. Por otro lado, la afluencia (como en Arcadia) de los refugiados de las regiones dominadas por los dorios creó ese exceso de población que originó precisamente el comercio y los intercambios comerciales con Jonia.5Thūcȳd., Hist., I, 2, 6. La doble matriz, local y jónica, del pueblo ateniense se expresó, como ha señalado recientemente Enrico Montanari,6MONTANARI, E. Il mito dell’autoctonia. Linee di una dinamica mitico-politica ateniese, Roma: Bulzoni, 1981. Hoy puede consultarse el sugerente texto de Nicole LORAUX: Né de la Terre. Mythe et politique à Athènes, Paris: Éditions du Seuil, 1996 (hay trad. al cast. de Diego Tatián: Nacido de la tierra. Mito y política en Atenas, Buenos Aires: El Cuenco de plata, 2007). en un doble orden de mitos: por un lado, aquellos «de autóctonía» centrados en el rey mítico «nacido de la tierra» (γηγενής) Erecteo, según Heródoto, o Erictonio, según Eurípides;7Herod. Hist., VIII, 55; Eurīpidēs, Īōn, 20-21. Véase a este respecto: MONTANARI, Il mito dell’autoctonia, cit., p. 32. por otro, aquellos de afinidad de sangre con Jonia,8Herod. Hist., V, 49, 3. Cfr. MONTANARI, Il mito dell’autoctonia, cit., pp. 34-36. personificados por Ion, hijo de Juto. Como siempre ocurre, el conflicto de los mitos expresa una contradicción interna de la autoconciencia étnica: excluido y en todo caso repudiado cualquier vínculo con los dorios, la Ática siente una solidaridad de sangre más antigua entre pueblos de lengua jónica (el vínculo reciente y jónico con el mar y con las tierras más allá del Egeo, hasta considerar Éfeso y Mileto como colonias atenienses fundadas por los hijos de Codro). La contradicción observada en la tradición es a su vez la proyección del conflicto entre agricultores y marineros, también expresado míticamente en la contienda entre Atenea (protectora del olivo) y Poseidón por el primado en Atenas. Los primeros llegan a la democracia con Clístenes, quien reemplazó las cuatro tribus denominadas en sentido gentilicio (ἐπίγονοι) por diez nuevas tribus que llevaban todas los nombres de héroes locales (ἐπιχώριοι),9Herod., Hist., V, 66, 2. Cfr. MONTANARI, Il mito dell’autoctonia, cit., pp. 36 e 71-83; SABBATUCCI, D. Il mito, il rito e la storia, Roma, 1978, pp. 109-110. entre las cuales destacaba (como epónimo de la tribu Erectea, ritualmente nombrada en primer lugar),10AA. VV. Recueil d’inscriptions grecques par Charles Michel, nn. 580 e 1028. Cfr. MONTANARI, Il mito…, cit., pp. 55-57. precisamente el γηγενής Erecteo, emblema mítico del estrecho vínculo entre pueblo y tierra. Mientras que los segundos, los marineros, aparecen con Temístocles, quien, en contraste con la política de los antiguos reyes atenienses «que tradicionalmente se esforzaban de todas las maneras por disuadir a los ciudadanos del mar y habituarlos a vivir cultivando la tierra en lugar de navegar», fortaleció las instalaciones del Pireo con el fin de «impulsar la ciudad hacia el mar».11Plūtarchus, Themistoclēs, 19, su cui vide MONTANARI, Il mito…, cit., pp. 52-53. Sin embargo, el componente noble y, por lo tanto, aristocrático del elemento jónico permaneció más allá de la democratización de esa flota (mercantil y militar) que constituía el puente entre la Ática y Jonia. El elemento étnico-genético, mitificado en Poseidón o en Ion (hijo del «sin tierra» Juto)12Eurīp. Īōn, 542. Sobre este pasaje y su Īōn «espurio» (νοθαγενής, ivi 592) , véase MONTANARI, Il mito…, cit., pp. 125 y 166. y concretado en los γενή de los Eupátridas, se contrapone al elemento terrígeno-autóctono idealizado en Atenea o en Erecteo (nacido del campo de trigo ya en Homero,13Hom., Īlias, II, 548, véase MONTANARI, Il mito…, cit., pp. 102-103. luego no muerto sino «ocultado» en la tierra)14Eurīp., Erechtheus, fr. 65, 60 A.; Īōn, 281. Cfr. MONTANARI, Il mito…, cit., pp. 179-181. y históricamente vivo en el estrecho vínculo entre δῆμος ateniense y δῆμος campestre.15En relación a la antinomia entre nobleza y «terrígeno» en Attica, véase SABBATUCCI Il mito, il rito e la storia, cit., pp. 87 ss., y MONTANARI, Il mito…, cit., pp. 41 ss.
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Antōniī Capitiensis verba 008
Quanto all’Attica, la tradizione vuole che i Dori l’attaccassero lungamente ma inutilmente, perché la popolazione locale, guidata dal mitico re Codro, avrebbe saputo ricacciarli verso occidente, e della penisola essi avrebbero mantenuto in loro potere l’unico lembo rimasto sempre di lingua dorica, la Megaride,16Herod., Historiae, V, 76; Lycūrgus, Contrā Leocratem, 84 sgg.; Polyaenus, Stratēgēmata, I, 18; Pausānias, Graeciae dēscr., I, 39, 4; 42. mentre il resto, abitato secondo Erodoto17Herod., Hist., VIII, 44, 2; cfr. VIII, 57, 3. dai Pelasgi Granai, divenuti Ateniesi imparando un dialetto greco di tipo ionico, rimase estraneo al mondo sociale dorico, subendo piuttosto l’influsso degli Ioni d’Asia, che erano in stretti rapporti con la penisola attica e che quasi certamente l’avevano ellenizzata. La vigile difesa contro i Dori produsse l’unità politica della regione assai prima che in altre parti del mondo greco, con conseguente influenza della campagna e delle sue tradizioni sulla metropoli (assai perspicua l’impronta agricola nelle feste attiche18Cfr. DEUBNER, L. Attische Feste, Berlin / New York, 1932 (2.ª ed. 1969); RUMPF, A. »Attische Feste – Attische Vassen«, Bonner Jahrbücher, 161 (1961), pp. 208-214; CAPITIENSIS, A. L’uomo a due anime, Firenze: La Nuova Italia, 1988, pp. 228-229. e nei misteri eleusini);19Sull’origine e il significato dei Misteri Eleusini: MÉAUTIS, G. Les dieux de la Grèce et les Mystères d’Éleusis, Paris, PUF, 1959; WALTON, F. R. “Athens, Eleusis and the Homeric Hymn to Demeter”, Harvard Theological Review, 45 (1952), pp. 105-114; DELATTE, A. « Le Cycéon, breuvage rituel des mystères d’Éleusis », Bulletin de l’Académie Royale de Belgique, Classe de Lettres, Série V, 40 (1954), pp. 690-752; BIANCHI, U. «Saggezza olimpica e mistica eleusina nell’inno omerico a Demeter», Studi e materiali di storia delle religioni, 35 (1964), pp. 161-193; BOYANCÉ, P. « Sur les Mystères d’Éleusis », in Revue des études grecques, 75 (1962), pp. 460-482; KERÉNYI, K. Die Mysterien von Eleusis, Zürich: Rhein, 1962; idem. Eleusis: Archetypal Image of Mother and Daughter, New York, 1967; JANSSEN, H. L. »Die Eleusinische Weihe«, in AA. VV. Ex Orbe Religionum I, Leiden: Brill, 1972, pp. 287-298; cfr. CAPITIENSIS, A. L’uomo a due anime, cit., pp. 229-230. d’altro lato l’affluire (come ìn Arcadia) dei profughi dalle regioni a dominazione dorica creò quell’eccesso di popolazione che produsse appunto il commercio e gli scambi commerciali con la Ionia.20Thūcȳd., Hist., I, 2, 6. La doppia matrice, locale e ionica, del popolo ateniese si espresse, come ha messo recentemente in evidenza Enrico Montanari,21MONTANARI, E. Il mito dell’autoctonia. Linee di una dinamica mitico-politica ateniese, Roma: Bulzoni, 1981. [Hoy puede consultarse el sugerente texto de Nicole LORAUX: Né de la Terre. Mythe et politique à Athènes, Paris: Éditions du Seuil, 1996] in un doppio ordine di miti, da un lato quelli «di autoctonia» imperniati sul re mitico «nato dalla terra» (γηγενής), Eretteo secondo Erodoto o Erittonio secondo Euripide,22Herod. Hist., VIII, 55; Eurīpidēs, Īōn, 20-21. Si veda inroposìto MONTANARI, Il mito dell’autoctonia, cit., p. 32. dall’altro quelli di affinità di sangue con la Ionia,23Herod. Hist., V, 49, 3. Cfr. MONTANARI, Il mito dell’autoctonia, cit., pp. 34-36. impersonati da Ione figlio di Xuto. Come sempre accade, il conflitto dei miti esprime una contraddizione interna dell’autocoscienza etnica: escluso e comunque ripudiato ogni legame coi Dori, l’Attica sente una più antica solidarietà di sangue tra popoli dì lingua ionica (il nesso recente e ionico col mare e con le terre oltre l’Egeo fino a considerare Efeso e Mileto colonie ateniesi fondate dai figli di Codro). La contraddizione ravvisabile nella tradizione è a sua volta la proiezione del conflitto tra agricoltori e marinai, anch’esso espresso miticamente nella tenzone tra Atena (protettrice dell’olivo) e Poseidone per il primato ad Atene: i primi approdano alla democrazia con Clistene, che sostituì il quattro tribù denominate in senso gentilizio (ἐπίγονοι) con dieci nuove tribù recanti tutte i nomi di eroi locali (ἐπιχώριοι)24Herod., Hist., V, 66, 2. Cfr. MONTANARI, Il mito dell’autoctonia, cit., pp. 36 e 71-83; SABBATUCCI, D. Il mito, il rito e la storia, Roma, 1978, pp. 109-110. (Vide la obra de LORAUX: Né de la Terre, cit., pp. 49 ss.) tra i quali primeggiava (in quanto eponimo della tribù Eretteide, ritualmente nominata per prima),25AA. VV. Recueil d’inscriptions grecques par Charles Michel, nn. 580 e 1028. Cfr. MONTANARI, Il mito…, cit., pp. 55-57. proprio il γηγενής Eretteo, emblema mitico dello stretto nesso tra popolo e terra; i secondi, i marinai, vi fanno invece la loro comparsa con Temistocle, il quale, in contrasto con la politica degli antichi re ateniesi «che tradizionalmente si sforzavano in ogni modo di distogliere i cittadini dal mare e abituarli a vivere coltivando la terra anziché navigando», potenziò le attrezzature del Pireo volendo in tal modo «spingere la città verso il mare».26Plūtarchus, Themistoclēs, 19, su cui vide MONTANARI, Il mito…, cit., pp. 52-53. Tuttavia la componente gentilizia e quindi aristocratica dell’elemento ionico si mantenne al di là della democratizzazione di quella flotta (mercantile e militare) che costituiva il ponte tra Attica e lonia: l’elemento etnico-genetico, mitizzato in Poseidone o in Ione (figlio del «senza terra» Xuto)27Eurīp. Īōn, 542. Su questo passo e su Īōn «spurio» (νοθαγενής, ivi 592) si veda MONTANARI, Il mito…, cit., pp. 125 y 166. e concretantesi nei γενή degli Eupatridi, si contrappone all’elemento terrigeno-autoctono idealizzato in Atena o in Eretteo (nato dal campo di grano già in Omero,28Hom., Īlias, II, 548, su cui MONTANARI, Il mito…, cit., pp. 102-103. poi non morto ma «nascoto» nella terra)29Eurīp., Erechtheus, fr. 65, 60 A.; Īōn, 281. Si veda MONTANARI, Il mito…, cit., pp. 179-181. e storicamente vivo nello stretto nesso tra δῆμος ateniese e δῆμος campagnolo.30Sull’antinomia tra gentilizio e terrigeno in Attica si vedano SABBATUCCI Il mito, il rito e la storia, cit., pp. 87 sgg., e MONTANARI, Il mito…, cit., pp. 41 sgg.
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(CC) 2025. Traducción de Ātrium Philosophicum de un escurridizo volumen editado en la colección «Las Ranas». La publicación de estos fragmentos promueve la difusión en castellano de la obra del profesor Capitiensis con fines académicos y de formación.

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