Hegel über Sokrates 008
Don Jorgue Guillermo Federico sobre Sócrates
Parte de:
Lecciones de Historia de la Filosofía [Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie] / Primera parte: La Filosofía Griega [Erster Teil: Griechische Philosophie] / Sección Primera: de Tales a Aristóteles [Erster Abschnitt. Von Thales bis Aristoteles] / Capítulo 2: de los Sofistas a los Socráticos [Zweites Kapitel. Von den Sophisten bis zu den Sokratikern] / B. Sócrates [B. Philosophie des Sokrates]
ĒRVDĪTIŌRIBVS ***
Vorlesungen im Atrium Philosophicum §8
Zu seinen ferneren Lebensumständen gehört, daß er die Pflicht, sein Vaterland zu verteidigen, die er als atheniensischer Bürger hatte, erfüllte; er machte deshalb als solcher drei Feldzüge des Peloponnesischen Krieges, in den sein Leben fiel, mit. Der Peloponnesische Krieg ist entscheidend für die Auflösung des griechischen Lebens, bereitete sie vor; was politisch hier war, machte sich bei Sokrates im denkenden Bewußtsein. In diesen Feldzügen erwarb er sich nicht nur den Ruhm eines tapferen Kriegers, sondern, was für daS [448] Schönste galt, das Verdienst, anderen Bürgern ihr Leben gerettet zu haben. Im ersten wohnte er der langwierigen Belagerung von Potidaia in Thrakien bei. Hier hatte sich Alkibiades bereits an ihn angeschlossen; und dieser erzählt bei Platon im Gastmahl (219-222) (wo Alkibbiades eine Lohrede auf Sokrates hält), daß er alle Strapazen auszustehen fähig gewesen sei, Hunger und Durst, Hitze und Kälte mit ruLigem Gemüte und körperlichem Wohlsein ertragen habe. In einem Treffen dieses Feldzugs sah er den Alkibiades mitten unter den Feinden verwundet, hieb ihn heraus, machte ihm Platz durch sie hindurch und rettete ihn und seine Waffen. Die Feldherren belohnten ihn dafür mit einem Kranze (corona civica), als dem Preise des Tapfersten; Sokrates nahm ihn nicht an, sondern erhielt, daß er dem Alkibiades gegeben wurde. In diesem Feldzug wird erzählt, daß er einmal, in tiefes Nachdenken versunken, auf einem Flecke unbeweglich den ganzen Tag und die Nacht hindurch gestanden habe, bis ihn die Morgensonne aus seiner Verzückung erweckte, – ein Zufall, Zustand, in welchem er öfters gewesen sein soll. Dies ist ein kataleptischer Zustand, der mit dem Somnambulismus, Magnetismus Analogie, Verwandtschaft haben mag, worin er als sinnliches Bewußtsein ganz abgestorben war, – ein physisches Losreißen der innerlichen Abstraktion vom konkreten leiblichen Sein, ein Losreißen, in dem sich das Individuum von seinem inneren Selbst abscheidet; und wir sehen aus dieser äußeren Erscheinung den Beweis, wie die Tiefe seines Geistes in sich gearbeitet hat. In ihm sehen wir überhaupt das Innerlichwerden des Bewußtseins, und dies sehen wir hier auf eine anthropologische Weise existieren; es gibt sich hier in ihm, dem Ersten, eine physische Gestalt, was später Gewohnheit ist. Den anderen Feldzug machte er in Böotien mit, bei Delium, einer kleinen Befestigung, welche die Athener nicht weit vom Meere hatten, wo sie ein unglückliches, jedoch nicht wichtiges Treffen verloren. Hier rettete Sokrates einen anderen seiner Lieblinge, den Xenophon; er sah ihn nämlich auf [449] der Flucht, da Xenophon das Pferd verloren, auf dem Boden verwundet liegen. Sokrates nahm ihn auf die Schulter, trug ihn, sich zugleich verteidigend mit der größten Ruhe und Besonnenheit gegen die verfolgenden Feinde, davon. Endlich im dritten bei Amphipolis in Edonis am strymonischen Meerbusen machte er seinen letzten Feldzug.
Perge ad initium paginae huius
Praelēctiōnēs in Ātriō Philosophicō §8
Otras circunstancias de su vida que interesa conocer son las siguientes. Sócrates cumplió, en su juventud, el deber que, como ciudadano ateniense, tenía de defender a su patria con las armas en la mano; tomó parte en tres campañas de la guerra del Peloponeso, que coincidieron con los años de sus deberes militares. Esta guerra del Peloponeso fue decisiva para la disolución de la vida de Grecia, ya que preparó este proceso histórico; lo que en este proceso se manifiesta en el terreno político es lo mismo que, desde el punto de vista filosófico, se revela en la conciencia pensante de Sócrates. En estas campañas, no sólo adquirió la fama de guerrero valeroso, sino algo más importante y que estaba considerado como lo más hermoso de todo: el mérito de haber salvado la vida a otros ciudadanos. En la primera campaña, asistió al largo y difícil sitio de la plaza de Potidea, en Tracia. A su lado se hallaba ya Alcibíades, quien en el Banquete de Platón (219e ss.), pronuncia un elogio a Sócrates, diciendo que soportaba sin alterarse, con ánimo sereno e inalterable estado físico, todas las calamidades, el hambre y la sed, el calor y el frío.
En uno de los combates de esta campaña, vio cómo Alcibíades caía herido, lo levantó del suelo y, abriéndose paso por entre los enemigos que le cercaban, le salvó la vida y rescató sus armas. Los generales recompensaron su hazaña con una corona (corona cívica), que era el premio de los valientes; pero Sócrates se negó a recibirla, gestionando y consiguiendo que le fuese otorgada a Alcibíades. Se refiere que, en esta misma campaña, se quedó todo un día y la noche siguiente inmóvil en un sitio, abstraído en sus profundas reflexiones, hasta que vino el sol de la mañana siguiente a sacarle de su arrobamiento, estado en que, sin duda, debió de verse sumido con cierta frecuencia. Era una especie de estado cataléptico, que guarda cierta afinidad con el sonambulismo magnético y en el que la conciencia sensible de Sócrates desaparecía por completo. En esta inhibición física en que el yo interior abstracto se abstrae del ser corporal concreto del individuo vemos, traducida en una forma externa, la prueba de cuán profundamente había llegado a calar en este hombre el espíritu. Vemos en él la interiorización de la conciencia, que en Sócrates cobra por primera vez existencia antropológica y que más adelante se convertirá en algo común y corriente.

Otra de las campañas en que Sócrates tomó parte fue en Beocia, cerca de Delio, una pequeña fortificación defendida por los atenienses, cerca del mar, donde se dio un combate de fortuna adversa para ellos, aunque de poca importancia. Aquí, salvó Sócrates a otro de sus favoritos, a Jenofonte; en la retirada, lo vio en tierra, herido, después de haber perdido su caballo. Sócrates lo levantó, echó su cuerpo al hombro y lo puso a salvo, a la par que se defendía y defendía al herido contra el asedio del enemigo con la mayor serenidad y mesura. La tercera campaña de Sócrates, finalmente, tuvo por escenario las tierras cercanas a Anfípolis, en Edonis, cerca del golfo de Estrimón.1Diógenes Laercio, II, 22; Platón, Apología, 28d-e.
Perge ad initium paginae huius
Iura
Georg Wilhelm Friedrich Hegel: Werke in zwanzig Bänden. Band 18, Frankfurt am Main: Suhrkamp, 1979 [Hrsg. Eva Moldenhauer und Karl Markus Michel]
Hegel hielt die Vorlesungen insgesamt neunmal, zuerst 1805/06 in Jena, dann 1816/17 und 1817/18 in Heidelberg und von 1819 bis zu seinem Tod sechsmal in Berlin. Schon bald nach Hegels Tod wurden sie von Karl Ludwig Michelet auf der Grundlage von Vorlesungsmitschriften und handschriftlichen Notizen Hegels rekonstruiert und herausgegeben. Erstdruck in: Georg Wilhelm Friedrich Hegels Werke. Vollständige Ausgabe durch einen Verein von Freunden des Verewigten. Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie, hg. v. Karl Ludwig Michelet, Berlin 1833-1836. – Der Text folgt im wesentlichen Michelets Rekonstruktion der Vorlesungen. Eine Ausnahme bildet der erste Teil der Einleitung, der auf Johannes Hoffmeisters Edition des Manuskripts von Hegels Heidelberger Antrittsvorlesung von 1817 zurückgeht.
Hegel pronunció estas lecciones un total de nueve veces. Primero en 1805-1806 en Jena; posteriormente en 1816-1817 y 1817-1818 en Heidelberg; y, desde 1819 hasta su muerte otras seis veces en Berlín. Poco después de la muerte de Hegel, fueron reconstruidas y publicadas por Karl Ludwig Michelet basándose en las lecciones y notas del propio Hegel. Se publicó por vez primera en: Georg Wilhelm Friedrich Hegels Werke. Vollständige Ausgabe durch einen Verein von Freunden des Verewigten. Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie, Karl Ludwig Michelet (ed.), Berlin 1833-1836. El texto sigue esencialmente la reconstrucción de las lecciones que hace Michelet. Una excepción es la primera parte de la introducción, que se remonta a la edición de Johannes Hoffmeister del manuscrito de la lección inagural de Hegel en Heidelberg en 1817.
Traducción de Atrium Philosophicum de la edición referida. Tenemos delante la clásica traducción de don Wenceslao Roces de 1955 en el FCE, de la que nos reconocemos deudores, pese a sus omisiones (en algunos casos, párrafos enteros) y la necesaria actualización de la terminología hegeliana.
Perge ad initium paginae huius
ĒRVDĪTIŌRIBVS ***