Epistula Septima Pla019

Parte de:

Epístolas platónicas / Carta VII

Ἐπιστολὴ Ζ΄ (019)

Οὐ πολὺν χρόνον διαλιπὼν τὸ μετὰ τοῦτο, ἐν τῷ πρόσθεν Δίωνα ἐῶν τὰ ἑαυτοῦ κεκτῆσθαι καὶ καρποῦσθαι χρήματα, τότε οὐκέτ᾽ εἴα τοὺς ἐπιτρόπους αὐτοῦ πέμπειν εἰς Πελοπόννησον, καθάπερ ἐπιλελησμένος τῆς ἐπιστολῆς παντάπασιν: εἶναι γὰρ αὐτὰ οὐ Δίωνος ἀλλὰ τοῦ ὑέος, ὄντος μὲν ἀδελφιδοῦ [345δ] αὐτοῦ κατὰ νόμους ἐπιτροπεύοντος. Τὰ μὲν δὴ πεπραγμένα μέχρι τούτου ταῦτ᾽ ἦν ἐν τῷ τότε χρόνῳ, τούτων δὲ οὕτω γενομένων, ἑωράκη τε ἐγὼ ἀκριβῶς τὴν ἐπιθυμίαν τὴν Διονυσίου φιλοσοφίας, ἀγανακτεῖν τε ἐξῆν εἴτε βουλοίμην εἴτε μή. Ἦν γὰρ θέρος ἤδη τότε καὶ ἔκπλοι τῶν νεῶν: ἐδόκει δὴ χαλεπαίνειν μὲν οὐ δεῖν ἐμὲ Διονυσίῳ μᾶλλον ἢ ἐμαυτῷ τε καὶ τοῖς βιασαμένοις ἐλθεῖν ἐμὲ τὸ [345ε] τρίτον εἰς τὸν πορθμὸν τὸν περὶ τὴν Σκύλλαν,

“ὄφρ᾽ ἔτι τὴν ὀλοὴν ἀναμετρήσαιμι Χάρυβδιν”,1Hom. Od. 12.428.

λέγειν δὲ πρὸς Διονύσιον ὅτι μοι μένειν ἀδύνατον εἴη Δίωνος οὕτω προπεπηλακισμένου. Ὁ δὲ παρεμυθεῖτό τε καὶ ἐδεῖτο μένειν, οὐκ οἰόμενός οἱ καλῶς ἔχειν ἐμὲ ἄγγελον αὐτὸν τῶν τοιούτων ἐλθεῖν ὅτι τάχος: οὐ πείθων δὲ αὐτός μοι πομπὴν [346α] παρασκευάσειν ἔφη. Ἐγὼ γὰρ ἐν τοῖς ἀποστόλοις πλοίοις ἐμβὰς διενοούμην πλεῖν, τεθυμωμένος, πάσχειν τε οἰόμενος δεῖν, εἰ διακωλυοίμην, ὁτιοῦν, ἐπειδὴ περιφανῶς ἠδίκουν μὲν οὐδέν, ἠδικούμην δέ: ὁ δὲ οὐδέν με τοῦ καταμένειν προσιέμενον ὁρῶν, μηχανὴν τοῦ μεῖναι τὸν τότε ἔκπλουν μηχανᾶται τοιάνδε τινά.

Perge ad sequentes caput

Redde ad prius caput

Redde ad indicem

Epístola VII (019)

No dejó pasar después de esto mucho tiempo; anteriormente permitía que Dión dispusiera de lo suyo y disfrutara de sus ingresos; mas ya no permitió que sus procuradores se los remitieran al Peloponeso, —cual si se hubiese olvidado enteramente de su carta X*aX;2Aquella en la que prometió a Platón arreglar los asuntos de Dión según sus deseos si acudía a Siracusa. y fueran no de Dión sino de su hijo de quien, él mismo, era tutor según [345d] las leyes, por ser su sobrino. Esto es lo que hasta entonces había pasado. Así las cosas, a ojos vistas percibí exactamente a dónde iba eso del «amor de Dionisio por la filosofía»; y quisiéralo o no, tenía por qué indignarme. Era ya verano y tiempo de partir las naves. Me pareció, por cierto, no deber enfadarme contra Dionisio más que contra mí y contra quienes me forzaron a pasar por tercera vez por el estrecho [345e] de Escila,

para una vez más atravesar paso a paso la funesta Caribdis,3Odisea XIII 428.

y deber decir a Dionisio que me era imposible permanecer, tratándose como se trataba tan mal a Dión. Empero, Dionisio me exhortaba y pedía que me quedara, no creyendo le conviniera el que yo mismo, partiendo tan prestamente, hiciera de nuncio de tales hechos. No logrando convencerme, me dijo que él mismo prepararía el viaje. Porque yo, furioso, [346a] pensaba partir, embarcándome en las naves de mensajerías; y convencido de deber sufrir, caso de que se me lo impidiera, cualquier cosa, puesto que, evidentísimamente, no había hecho yo injusticia alguna, sino se me la había hecho. Empero, viendo él que no convenía yo de ninguna manera en eso de permanecer, tramó una maquinación para que permaneciera durante la temporada navegable.

Perge ad sequentes caput

Redde ad prius caput

Redde ad indicem

Conversaciones en el Atrium

EN CONSTRVCCION

EN CONSTRVCCION

Perge ad sequentes caput

Redde ad prius caput

Redde ad indicem

Sidebar



error: Content is protected !!