Atenas y los inicios de la Filosofía

ADEPTVRIS DOCTRINAM ***

Pequeño contexto para grandes textos

 

Atenas: el «Dame más gasolina» de la Filosofía

Para comprender la génesis de la práctica filosófica entre la segunda mitad del siglo V a. C. y la primera parte del siglo IV a. C. es menester estar al tanto del contexto en que dicha práctica devino en algo «aceptable». Lo que Tiktok es al show-off lo fue Atenas (Ἀθῆναι) a los productores de «tutoriales» privados. La ciudad (ἄστυ, asty)1La πόλις (polis) griega de la antigüedad tenía connotaciones socipolíticas particulares, que podríamos resumir como patria  lugar de nacimiento—, organizada como microestado autónomo con legislación propia. Mientras que ἄστυ (asty) significa el espacio físico urbano de la πόλις (polis) que en el caso de Atenas incluía al Pireo y los muros que lo comunicaban con la urbe, rodeado de un territorio más extenso (χώρα [khôra, «jora»]) en el que se encontraban campos y aldeas pertenecientes a la polis. reunió las condiciones propicias para la emergencia de discursos que devendrían en labor filosófica.

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Los sofistas y Atenas

Pese a su libertad, es cierto que muchos de los protagonistas de este momento de eclosión no fueron atenienses —pero las vanguardias de París tampoco tuvieron en sus filas muchos parisinos. Dos de los grandes sofistas como Protágoras y Gorgias desarrollaron su labor principalmente en Attica, donde obtuvieron fama y prestigio. Empero, las ideas y actividades de sus más fervorosos seguidores tuvieron lugar en Atenas. La ciudad no sólo toleró la actividad de los sofistas, sino que estaba ávida de herramientas discursivas para «repensar» a sus hombres y colectividad.

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Me voy a Atenas, ahí se cuecen las cosas

Durante el siglo V a.C. Ateneas progresivamente ostentó el liderazgo entre las ciudades-Estado griegas, las Poleis (πόλεις, sigular πόλις). Esto se consiguió gracias al papel que la ciudad jugó en las victoriosas guerras contra los Persas (490-478 a.C.). De hecho, le permitió una posición muy ventajosa en las décadas siguientes gracias a políticas agresivas poco escrupulosas, que hoy tacharíamos de «imperialistas» —pero que Soros y la UE, entre otros, nos han enseñado a apreciar como “Open Society”. A través de un cuidadoso sistema de alianzas, en las que la ciudad se guardó de mantener cierta hegemonía, Atenás procuró subyugar a otras ciudades y regiones desde un punto de vista económico, político y cultural.

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Clístenes y la reforma

Sin embargo, imperialismo y hegemonía representan tan solo una cara de la moneda. Durante un largo periodo del siglo V a. C. la política interior ateniense experimentó una especial coyuntura democrática. Para ser precisos, a partir de finales del siglo VI a. C, gracias a las reformas de Clístenes, la ciudad creó un conjunto de instituciones de naturaleza eminentemente democrática. Ejemplos emblemáticos de éstas fueron la consolidación y ampliación de la Boulé (βουλή) —también Bu, el «consejo»— a quinientos miembros, pero con una conformación democrática; otro ejemplo muy influyente consistió en la extensión de derechos políticos a todos los ciudadanos —como era de esperar, a los ciudadanos varones, adultos y libres—; más radical fue la elección de cargos públicos por sorteo o por votación, entre ellos la magistratura —un equivalente al poder judicial—, extendiendo la participación en la «cosa pública» a capa más amplia de la población. Como consecuencia, las «cargas de los cargos» eran repartidas entre más individuos, pero también los estipendios. La Polis brindaba una pequeña compensación —una especie de «gastos de representación»— para los ciudadanos participantes y que por tal motivo debían descuidar temporalmente su modo de vida.

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Pericles y el giro democrático

Las reformas de Clístenes —llegadas al final de un proceso largo de democratización, comenzado un siglo antes con las reformas de Solón— garantizaron, por así decirlo, el marco institucional de la transformación «democrática» de Atenas. Con todo, el giro democrático propiamente dicho llegó con Pericles, quien estuvo en el poder de manera casi continuada del 460 a. C. al 429 a. C. Pericles, líder del partido «democrático», gobernó la Polis ejerciendo un poder casi absoluto2Guárdese cuando a su país le surge el apellido «democrático» en el nombre oficial, pues en muchas ocasiones los mandatarios son muy pícaros. que favoreció a las clases bajas (artesanos y trabajadores en general) en detrimento de la aristocracia tradicional.

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Imperialismo y democracia: una contradicción aparente

Aunque parezca una contradicción, Atenas desarrolló una actitud «imperialista» en los asuntos de política exterior, mientras que mostró un cariz «democrático» en relación a su política interior. La contradicción es solo aparente, pues fue precisamente esa actitud en política exterior la que hizo posible mantener una relativa paz social en el interior. Fueron esos ingresos económicos derivados de su política «hegemónica» hacia diversas regiones de Grecia —continentales y coloniales3Una «colonia» —ἀποικία (apoikia), literalmente «hogar que está lejos del hogar»—, se establecía mayoritariamente en la línea costera y era de nueva formación, nunca un lugar poblado y después sometido. La colonización griega fue un proceso esencialmente de «fundación», aunque con el tiempo, estas ciudades florecieron y evolucionaron independientes de su metrópolis.— los que permitieron pagar las remuneraciones de los cargos públicos y financiar iniciativas vinculadas a la vida «democrática» (como la construcción de obra pública impresionante, como el Partenón, la celebración de grandes festivales y representaciones teatrales).

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La necesidad del consenso político

Si bien la «política imperialista exterior» jugó un papel muy importante en el desarrollo de la democracia interna ateniense, fue su propia cohesión interior la que desarrolló a la polis. El elemento más significativo de esta forma de organización fue el surgimiento de una nueva necesidad: la de lograr consenso. En un régimen democrático, la legitimidad del poder ya no está garantizada por la pertenencia a una familia prestigiosa o influyente, sino que debe obtenerse a través del consenso sobre las ideas y propuestas particulares. Esta necesidad de consenso se manifestó en la práctica de persuadir a otros ciudadanos en asambleas y tribunales. Pero no bastaba con la argumentación discursiva, sino que nuestra propia «reputación» —modo de vida—, servía a dicho propósito. De ahí que se creara otra necesidad: adquirir habilidades que permitan al ciudadano llevar su vida pública y privada de la mejor manera posible. Espacio propicio para la proliferación de esos influencers” que conocemos como sofistas.

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Las dos almas de la ciudad

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Para esa gente «espiritual» ¿no hay ya religión?

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La tragedia y las almas de la ciudad

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Los sofistas y la superación del dilema trágico: ¿creadores de contenido o estafa?

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¿Hemos llegado a la «filosofía»?

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Para quedar en papel

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