Perí Physeos PARM VIII 1-4
Parmenidis De Natura
Περί φύσεως (Παρμενίδης)
VIII 1-4
Tabla de contenidos
Una versión del siglo XXI
VIII 1-4
μόνος δ’ ἔτι μῦθος ὁδοῖο λείπεται ὡς ἔστιν· ταύτῃ δ’ ἐπὶ σήματ’ ἔασι πολλὰ μάλ’, ὡς ἀγένητον ἐὸν καὶ ἀνώλεθρόν ἐστιν, οὖλον, μουνογενές τε καὶ ἀτρεμὲς ἠδ’ ἀτέλεστον·
VIII 1-4
Y ya sólo la mención de una vía
queda: la de que es. Y en ella hay señales
en abundancia: que ello, en tanto que es, es ingénito e imperecedero,
entero, homogéneo, imperturbable y sin fin.
Aclaraciones al texto griego
XX1X = (v. 1): Es posible que el fragmento 8 siguiera inmediatamente al final del anterior [fragmento].
XX2X = (v. 4): οὖλον, «entero», es lectura es la lectura de Clemente, Eusebio O,
Teodoreto 4.7 BCK, Filópono y Simplicio; por su parte, μοῦνον (μόνον) es la del Pseudo-Plutarco, Eusebio IN, Teodoreto 2.108, 4.7 SV. En cuanto a ἔστι γὰρ («pues es»), que consideran como parte del verso Kranz y Pohlenz, son sólo las palabras introductorias de la cita y no de Parménides.
μουνογενές lo leen Pseudo-Plutarco, Clemente, Eusebio, Teodoreto, Filópono y Simplicio. Ha suscitado la desconfianza de varios editores por el prejuicio de considerar que tendría que significar «único nacido» y ello sería contradictorio con la afirmación de que el ser no nace. Si entendemos «homogéneo», el problema desaparece (cfr. Aclaraciones a la versión castellana). Plutarco y Proclo leen οὐλομελές, «entero en sus miembros», lo que me parece menos aceptable.
ἠδ΄ ἀτέλεστον, «sin fin», es lectura de Simplicio en varios pasajes (alternando con ἠδ΄ ἀτέλευτον, de casi idéntico sentido, en otros), mientras que Plutarco, el Pseudo-Plutarco, Clemente, Eusebio, Teodoreto, Proclo, Filópono y el propio Simplicio en otros pasajes leen ἠδ΄ ἀγέν(ν)ητον, «y no engendrado». Por su parte, Karsten propuso leer ἠδὲ τελεστόν, «y completo».
Aclaraciones a la versión castellana
XX1X = (v. 4): Traduzco μουνογενές como «homogéneo», entendiendo el segundo término, γένος, en el sentido de «clase» (cfr. Aclaraciones al texto griego). La caracterización del ser como «de un solo γένος, homogéneo» y no como «único nacido» quita sentido a las reticencias de algunos editores a aceptarlo en el texto. La caracterización de lo que es como homogéneo corresponde a la «señal» desarrollada en 22, referida a su homogeneidad. Recuérdese que ὁμοιογενής es también un adjetivo cuyo segundo elemento carece del sentido de «nacido», para referirse sólo al de «clase».
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Comentarios de Jorge Pérez de Tudela
El denominado fragmento 8 es quizá, con el 2, el más conocido —y citado— de los restos del Poema. Aun cuando presentado en forma tan sumamente fragmentaria que, en no pocos casos, la cita se limita a recoger un verso, es raro que un autor interesado en el pensador de Elea ignore sin más esta pieza X123X. Tal destino histórico está, como se ve, perfectamente justificado. Se desarrolla en él, siguiendo (lo que se quiere) un férreo hilo argumentativo, las consecuencias que se desprenden del estricto planteamiento inicial. Abandonada definitivamente, en efecto, la vía del no-ser, y dominando el panorama, ya sin cortapisas, ese solo «mito» X124X viable que es la vía de que «es», la diosa se apresura a ampliar su descripción, sin llegar nunca, en cambio, a ampliar sus premisas, de Eso-de-lo-que-habla. Su tarea, ahora, es presentar las sucesivas «señales» (σήματα), las sucesivas «marcas» o «indicadores» que el explorador de tal camino no dejará de encontrar a su paso. «Señales» que, como veremos, no serán otras que los «caracteres» o «predicados» que el (pensar del) viajero, le guste o no, habrá de atribuir a Eso-de-lo-que-habla X125X.1Como lúcidamente señala Coxon, p. 194, la diosa establece aquí una clara distinción entre tales «predicados» del ser, a los que atribuye «realidad» (σήματ’ ἔασι) y la posterior convencionalidad de los «signos» establecidos por los mortales (σήματ’ ἔθεντο: 8, 55). Digo «Eso-de-lo-que-habla» porque a cuenta de este fragmento podemos muy bien recuperar la discusión surgida en el fragmento 2 acerca del sujeto del ἐστιν, y en paralelo con aquel pasaje volver a preguntar ahora: ¿de qué —o de quién— está hablando el fragmento 8? Una primera y común respuesta a la pregunta reproduce naturalmente la que se dio a esa misma pregunta en el contexto del fragmento 2: se trata, y sólo puede tratarse, del «ser» (o del «ente»: τὸ ἐόν), al que por lo demás se alude directamente en el v. 32, allí donde se advierte que «no es lícito que lo que es sea incompleto» (οὐκ ἀτελεύτητον τὸ ἐὸν θέμις εἶναι). En contra de semejante interpretación, por lo demás tan plausible, militan, sin embargo, algunos hechos léxicos que tampoco cabe desconocer. El primero de ellos es que, cuando la diosa da por concluida su exposición sobre la naturaleza y caracteres de ese supuesto «ser», su discurso no se refiere en absoluto, como sería de esperar, al «ser», sino a otro «objeto»; un objeto que, desde luego, conceptualmente no resulta tan distinto (y que en absoluto contradice, claro es, lo anterior), pero que supone una respuesta nominal diferente al problema del sujeto. Y es que en aquel trance lo que leemos es que «en este punto ceso el discurso y pensamiento fidedignos en torno a la verdad» (ἀμφὶς ἀληθείης: v. v. 51). Se recordará, en este sentido, que intérpretes como Verdenius han defendido la tesis de que no menos es «la Verdad» el sujeto del ἔστιν ésti del fragmento 2. Por otra parte, también con relación al fragmento 2 hubimos de mencionar la apuesta interpretativa de Mario Untersteiner, que se inclina, en cambio, por hacer del ὁδός, del «camino» mismo, el auténtico sujeto no sólo del Poema, sino de todo el afán explicativo de la Maestra X126X. Y lo cierto es que nuestro pasaje, ahora, ofrece al menos elementos que parecen militar a favor de tal sentido. Pues dado que la diosa recuerda con tono casi amenazador que «la decisión sobre tales cuestiones está en esto: “es o no es”», y que hace tiempo que «decidido ya quedó, como necesidad, dejar una vía inconcebible, innombrable (pues no es la verdadera), de forma que la otra sea, y sea la auténtica», ¿qué resultará más simple que entender que la expresión «que la otra sea», con característico empleo «absoluto» de la forma «sea», no puede tener más sujeto que «la vía», de modo que este sintagma proporcione la clave de comprensión de todo el Poema? (Añádase a ello —aunque el argumento no sea irrefutable— que la hipótesis de que el fragmento esté hablando, al menos en su primera parte, únicamente de «el ser» tropieza con el obstáculo, quizá no tanto léxico cuanto meramente «lógico», de que, en otro verso, el 24, se nos dice de ese supuesto «ser» que «está todo él lleno de ser», sorprendente advertencia que nos obligaría a concebir un «ser» enteramente lleno, al parecer, de sí mismo…) Según otra alternativa, aún (que es la que arriba explotamos), es capital que nuestro fragmento aluda al portador de las señales de una forma sobremanera simple, acaso la más simple de las posibles: mencionándolo, sin más, como «lo» (τὸ): «aquello» que «la poderosa Necesidad… mantiene en las prisiones de la atadura que lo encierra por ambos lados» (vv. 30-31); «aquello» que «[es de necesidad] que no sea algo mayor ni algo menor aquí o allí» (vv. 44-45). Utilizando los instrumentos de la notación formal, Jonathan Barnes ha podido referirse a ese esquivo «objeto» de la reflexión parmenídea como, sencillamente, «O»: cualquier objeto sobre el que se puede pensar y hablar X127X. Aquí, la propia lógica del griego parece facilitar algo semejante en lenguaje natural, mediante la utilización del artículo (con valor de pronombre) de-mostrativo: un deíctico de espectro universal cuyo «objeto», por tanto, sólo puede ser «lo (de)mostrado». [CONTINUA EN LA SIGUIENTE ENTRADA]
Algunas aclaraciones
X123X
La lista de fuentes del fragmento 8 es así muy extensa, e incluye a los esperables Sexto, Simplicio, Clemente, Proclo, Platón, Aristóteles… junto con algunos otros de quizá menor influjo en la memoria filosófica. El lector encontrará relación detallada de estas fuentes en ediciones y comentarios como los de Cordero, Conche, Tarán, Gómez-Lobo, etcétera.
X124X
Nuestro texto, en efecto, traduce por «mención» lo que en griego es formal e inequívocamente «mito», μῦθος. Por enésima vez en la literatura griega, el propio texto desmiente la validez de cualquier supuesto «paso del mito al lógos» en la aurora del pensar. Antes bien, es con «mito» con lo que se indica la palabra-de-verdad. La opción, por otra parte, no tiene nada de extraño: como alguna vez se ha observado, la literatura arcaica griega tiende a utilizar lógos para designar no el discurso verídico (para el que se reservan otros vocablos), sino el engañoso (vid. la contraposición que establecen las Musas, al comienzo de la Teogonía hesiódica (vv. 27-28), entre pseúdea pollà légein («decir muchas falsedades) y alethéa gerýsasthai («proclamar la verdad»).
X125X
Como lúcidamente señala Coxon, p. 194, la diosa establece aquí una clara distinción entre tales «predicados» del ser, a los que atribuye «realidad» (σήματ’ ἔασι) y la posterior convencionalidad de los «signos» establecidos por los mortales (σήματ’ ἔθεντο: 8, 55).
X126X
M. Untersteiner, Parmenide, p. LXXXVI: «Per me, dunque, il soggetto di ἔστιν e la stessa ὁδός διζήσιός». [… ] «Anche qui il soggetto di ἔστιν é ὁδός.».
X127X
Los Presocráticos, p. 219.
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Una versión del siglo XX
iii) Signos de verdad
295 Frg. 8, 1-4, Simplicio, in Phys. 78, 5; 145, 1
μόνος δ΄ ἔτι μῦθος ὁδοῖο λείπεται ὡς ἔστιν· ταύτῃ δ’ ἐπὶ σήματ’, ἔασι πολλὰ μάλ’, ὡς ἀγένητον ἐὸν καὶ ἀνώλεθρόν ἐστιν, οὖλον μουνογενές τε καὶ ἀτρεμὲς ἠδὲ τέλειον·2ἠδ’ ἀτέλεστον Simplicio: para la corrección cf. G. E. L. Owen en Studies in Presocratic Philosophy II, ed. R. E. Ellen and D. J. Furley (Londres, 1975), 76-7, quien también rechaza, con razones convincentes, la lectura de KR (tomada de DK): ἔστι γὰρ οὐλομελές τε καὶ ἀτρεμές… (Plutarco).
295. Permanece aún una sola versión de una vía:
que es. En ella hay muchos signos de que, por ser
ingénito, es también imperecedero, entero,
monogénito, inmóvil y perfecto.
Nota al texto griego: (en v. 4): ἠδ’ ἀτέλεστον Simplicio: para la corrección cf. G. E. L. Owen en Studies in Presocratic Philosophy II, ed. R. E. Ellen and D. J. Furley (Londres, 1975), 76-7, quien también rechaza, con razones convincentes, la lectura de KR (tomada de DK): ἔστι γὰρ οὐλομελές τε καὶ ἀτρεμές… (Plutarco).
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Comentarios de Kirk, Raven y Schofield
Si debemos huir de la vía «no es», nuestra única esperanza investigadora reside en seguir la vía «es». Podría parecer, a primera vista, que, si nos adherimos a esta alternativa, se nos abren ilimitadas posibilidades de exploración: la exigencia de que cualquier objeto de investigación exista parece imponer apenas restricción alguna a lo que podemos ser capaces de descubrir sobre él, y el argumento de que lo que puede ser pensado debe existir (293, 1-2) hace parecer que el número de posibles objetos de investigación es inmenso y que incluiría lo mismo centauros y quimeras, que ratas y restaurantes. Pero, a lo largo de sólo 49 versos, logra reducir Parménides esta infinitud de posibilidades a solamente una. Porque los «signos» programáticamente enumerados en 295, constituyen, de hecho, requisitos formales ulteriores que cualquier objeto de investigación debe cumplir y éstos imponen grandes restricciones (obsérvese la metáfora de las cadenas en 296 y 298 infra) a la interpretación de lo que es compatible con el afirmar de algo que existe. La conclusión, que el argumento subsiguiente de Parménides impone a estas exigencias, es una forma de monismo: trasluce, con claridad, que lo que es debe tener uno y el mismo carácter y es dudoso que algo pueda tener, en efecto, este carácter, salvo la realidad como un todo.
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