Los sofistas en Atenas 009
Parte de:
Los sofistas en Atenas. La salida retórica al dilema trágico / 1. Una ciudad con dos almas

ĒRVDĪTIŌRIBVS ***
Tabla de contenidos
Los sofistas en Atenas 009
Algunos han querido ver en la independencia de Ática respecto al dominio dórico la raíz de una menor conservación del patrimonio micénico en esa región. Esto debido a que los dorios utilizaron en la medida de lo posible lo que quedaba de la espléndida civilización que ellos mismos destruyeron. Esta opinión contiene una verdad solo parcial, dado que Atenas ya era una fortaleza micénica, y que el primitivo templo de Atenea formaba parte del palacio del wanax. Pero también, esta verdad parcial confirma nuestra opinión de que la extrañeza frente al mundo dórico, aunque helénico y no muy distante del micénico, permitió a Atenas y a Ática conservar (como la Arcadia) tradiciones pre-micénicas, es decir, minóicas o incluso neolíticas (heládicas). La Tierra, madre de Erictonio–Erecteo —y a través de él del pueblo ateniense— era adorada en Flía y en Mirrinunte, no lejos de Atenas.1Pausānias, Graeciae dēscr., I, 31, 4. También era adorada, aunque en menor medida, en toda Ática, donde recibía sacrificios en primavera como Gea Kurotróphos (Γῆ Κουροτρόφος; «Tierra nutricia del niño», con claro referente a Erictonio) o como Chloe Deméter («Deméter verde»).2Paus., Graeciae dēscr., I, 22, 3; cfr. S. Inscr. Gr. Dittenberger n.º 615; Cornūtus, Theol. Gr., 28; Sophoclēs, Oedipus Colōnēus, 1600. De Erictonio se veneraba la tumba en el recinto del templo de Atenea,3Apollod., Biblioth., III, 14, 7. pero este mítico rey-serpiente, evidente recuerdo del «señor» neolítico que siempre resurgía de la tumba como la serpiente de su vieja piel,4Sobre esta simbología véase CAPITIENSIS, L’uomo a due anime, cit., pp. 35-36. continuaba viviendo como paredros (πάρεδρος) junto a la diosa poliade5Esto es, diosa local, protectora de la ciudad. bajo la forma de la sagrada serpiente doméstica (οἰκουρός ὄφις) honrada y alimentada en su templo.6Herod., Hist., VIII, 41; Aristoph., Lȳsistrata, 759; Phylarchus apud Hēsychius Alexandrīnus, Lexic., et Photius, Lexic., s.v.; Plūtar., Themis, 10. Hoy podemos ver esta serpiente acompañada por la diosa en un jarrón de figuras rojas en el Museo Nacional de Atenas y también escondida bajo su escudo en la gran estatua crisoelefantina del Partenón esculpida por Fidias.7Paus., Graeciae dēscr., 24, 7. Otra divinidad considerada «pelásgica» (es decir, aborigen y prehelénica) era Hermes itifálico;8Herod., Hist., II, 51. y divinidades muy antiguas, posteriormente conocidas como Apolo, Hermes Pan, eran veneradas en el lado norte de la Acrópolis.9Nicander., Frag., fr. 74, e cfr. MINGAZZINI, G. «I culti delle grotte sacre del lato nord dell’Acropoli», Bollettino di studi storico-religiosi, n.º 1-3 (1921). También, ciertamente prehelénico, era el héroe Crocón Eleusio.10Nicand., Frag., fr. 56, e cfr, MELLINCK, M. J. Hyakinthos, Utrecht: Kemink, 1943. Extrañas y muy antiguas también eran la diosa tracia Bendis y Artemisa Taurópola, venerada en Braurón por niñas disfrazadas de osas.11Aristoph., Lȳsistr., 645 et schol; Eustath. ad Īliadem, 331, 26. Sobre el culo ático de Bendis, véase: NILSSON, M. P. «Bendis in Athen», Lund, 1942. No hubo cultos más típicos y significativos que el de las Erinias en el Areópago12Aeschylus, Eum., 804-807; Eurīp., Elec., 1070-1072; Thūcȳd., Hist., I, 126, 11; Polemon ap Schol. Soph. Oed. Col., 37-39 y 42-43 y 89; Paus., Graeciae dēscr., I, 28, 6-7; Lūcian, Dē Domō, 18; Schol. Aeschin., C. Timarch., I, 188 C; Hēsych. Alexandr., Lexic., s.v. «Deuterópotmoi». y el de Prometeo Titán en Colono.13Soph., Oed. Col., 55-56 et Schol.; Paus., Graeciae dēscr., I, 30, 2. Los atenienses percibían su carácter pre-olímpico, como demuestra la forma en que Esquilo, al presentar dichas divinidades al público ciudadano, resalta la antigüedad de Prometeo (que ya había presenciado la caída de dos tiranos cósmicos)14Aeschylus, Prom., 956-957. y de las Erinias («divinidades antiguas» guardianas de «leyes antiguas»).15Aesch., Eum., 727-728 Además de su antigüedad, el trágico resalta su carácter subterráneo: una vez que el primero es hijo de la Tierra,16Aesch., Prom., 209-210. a la que regresará cuando sea arrojado «al Hades sin luz y a las oscuras profundidades alrededor del Tártaro»,17Aesch., Prom., 1028-1029. y las segundas son hijas de la Noche,18Aesch., Eum., 791-792 = 821-822; 1034. «negras»,19Aesch., Ag., 463-464; Eum., 52; 370. como las divinidades femeninas arcádicas, «diosas subterráneas»20Aesch., Eum., 115. que «habitan el oscuro Tártaro allá abajo bajo tierra»,21Aesch., Eum., 71-72. nacidas de la sangre y por tanto atentas solo a la sangre,22Aesch., Eum., 166-167; 212; 247; e cfr. Hēsiod., Theog., 183-185. y reciben sacrificios humanos;23Aesch., Eum., 187-188. finalmente, tanto Prometeo24Aesch., Prom., 955; 960. como las Erinias,25Aesch., Eum., 150; 166; 721-722; 731; 846 = 876. en Esquilo, llaman «nuevos dioses» a los señores del Olimpo, y el primero considera que las segundas son más poderosas que el mismo Zeus.26Aesch., Prom., 515-518. Sobre el carácter ctónico de la Erinias y de Prometeo en Atenas véase CAPITIENSIS, A. «Mente elevata e mente profonda», in AA. VV., Il Sublime: contributi per la storia dì un’idea. Studi in onore di Giuseppe Martano, Napoli: Morano 1983, pp. 68-73. En Atenas, las Erinias (o Euménides, o Venerables) eran llamadas «maldiciones» (Ἀραί),27Aesch., Eum. 417. y no era un simple nombre: la maldición tantas veces resucitada que pesaba sobre el clan de los Alcmeónidas, involucrando a Clístenes y (por parte de madre) también a Pericles, había sido causada por la profanación del templo de las Santas Diosas (es decir, de las Erinias, en el Areópago) por parte de sus antepasados;28Thūcȳd., Hist., I, 126-127. por lo que es muy probable que las mismas diosas fueran invocadas aún, al final del siglo V, en las maldiciones públicas dirigidas a Alcibíades,29Plūtar., Alcib. 22. quien también estaba emparentado con los Alcmeónidas, en relación con la mutilación de la Herma que se le atribuía. El panorama estrictamente paleoagrícola aparece de forma muy clara en el éxodo de las Euménides:30Aesch., Eum., espec. vv. 780-803; 902-909; 938-945. las divinidades del inframundo, precisamente por ser tales, tienen en sus manos el crecimiento de las plantas alimenticias, por lo que pueden provocar hambrunas y enfermedades si son hostiles, y buenas cosechas si son benevolentes. A este nivel, las dos almas de Atenas, la jónica-nobiliaria y la autóctona-popular, toman la forma de los nuevos y los antiguos dioses; es decir, de las divinidades olímpicas y de las otras que no fueron admitidas en el Olimpo o (como Deméter, Dioniso, Hermes) admitidas en una posición subordinada.

Perge ad initium paginae huius
Antōniī Capitiensis verba 009
Qualcuno ha voluto vedere nell’indipendenza dell’Attica dal dominio dorico la radice di una minore conservazione del patrimonio miceneo in quella regione: i Dori, infatti, utilizzarono per quanto possibile ciò che rimaneva della splendida civiltà da essi distrutta. Ciò contiene una verità solo parziale, dato che Atene era già una fortezza micenea, e che il primitivo tempio di Atena faceva parte del palazzo del wanax; ma anche tale verità parziale ci conferma nell’opinione che l’estraneità al mondo dorico, comunque ellenico e non lontanissimo da quello miceneo, consentiva ad Atene e all’Attica di conservare (come l’Arcadia) tradizioni pre-micenee, e cioè minoiche o addirittura neolitiche (elladiche). La Terra, madre di Erittonio-Eretteo e per suo tramite del popolo ateniese, era adorata a Flia e a Mirrinunte, non lontano da Atene,31Pausānias, Graeciae dēscr., I, 31, 4. e un po’in tutta l’Attica rriceveva sacrifici in primavera come Gea Kurotróphos (Γῆ Κουροτρόφος; «Terra nutrice del bimbo», con chiaro riferimento ad Erittonio) o come Chloe Demeter («verde Demetra»);32Paus., Graeciae dēscr., I, 22, 3; cfr. S. Inscr. Gr. Dittenberger n.º 615; Cornūtus, Theol. Gr., 28; Sophoclēs, Oedipus Colōnēus, 1600. di Erittonio si venerava la tomba nel recinto del tempio di Atena,33Apollod., Biblioth., III, 14, 7. ma questo mitico re-serpente, evidente ricordo del neolitico «signore» sempre risorgente dalla tomba come il serpente dalla vecchia pelle,34Su questa simbologia si veda CAPITIENSIS, L’uomo a due anime, cit., pp. 35-36. continuava a vivere come paredro accanto alla dea poliade sotto la forma del sacro serpente domestico (οἰκουρός ὄφις) onorato e nutrito nel suo tempio,35Herod., Hist., VIII, 41; Aristoph., Lȳsistrata, 759; Phylarchus apud Hēsychius Alexandrīnus, Lexic., et Photius, Lexic., s.v.; Plūtar., Themis., 10. affiancato a lei su un vaso a figure rosse ora al Museo Nazionale di Atene e nascosto sotto il suo scudo nella grande statua criselefantina del Partenone scolpita da Fidia.36Paus., Graeciae dēscr., 24, 7. Un’altra divinità ritenuta «pelasgica» (e cioè aborigena e preellenica) era Ermes itifallico;37Herod., Hist., II, 51. e divinità molto antiche, dette poi Apollo, Ermes Pan, erano venerate sul lato settentrionale dell’Acropoli,38Nicander., Frag., fr. 74, e cfr. MINGAZZINI, G. «I culti delle grotte sacre del lato nord dell’Acropoli», Bollettino di studi storico-religiosi, n.º 1-3 (1921). così come certamente preellenico era l’eroe Crocone Eleusi.39Nicand., Frag., fr. 56, e cfr, MELLINCK, M. J. Hyakinthos, Utrecht: Kemink, 1943. Straniere e molto antiche esse pure erano la dea tracia Bendis e la Artemide Tauropólos onorata a Brauron da bambine camuffate da orse.40Aristoph., Lȳsistr., 645 et schol.; Eustath. ad Īlīadem, 331,26. Sul culto attico di Bendis si veda NILSSON, M. P. «Bendis in Anthen», Lund, 1942. Mai culti più tipici e significativi erano quelli delle Erinni sull’Areopago41Aeschylus, Eum., 804-807; Eurīp., Elec., 1070-1072; Thūcȳd., Hist., I, 126, 11; Polemon ap. Schol. Soph. Oed. Col., 37-39 e 42.43 e 89; Paus. Graeciae dēscr., I, 28, 6-7; Lūcian., Dē Domō, 18; Schol. Aeschin., C. Timarch., I, 188 C; Hēsych. Alexandr., Lexic., s.v. «Deuterópotmoi». e di Prometeo Titano a Colono:42Soph., Oed. Col., 55-56 et Schol.; Paus., Graeciae dēscr., I, 30, 2. gli Ateniesi ne sentivano il carattere pre-olimpico, come dimostra il modo in cui Eschilo, presentando al pubblico cittadino le divinità in questione, accentua l’antichità di Prometeo (che ha già visto cadere due tiranni cosmici)43Aeschylus, Prom., 956-957. e delle Erinni («antiche dee» custodi di «antiche leggi»)44Aesch., Eum., 727-728. e il loro carattere sotterraneo, una volta che il primo è figlio della Terra,45Aesch., Prom., 209-210. alla quale ritornerà quando verrà gettato «nell’Ade senza luce e nelle scure profondità attorno al Tartaro»,46Aesch., Prom., 1028-1029. e le seconde sono figlie della Notte,47Aesch., Eum., 791-792 = 821-822; 1034. «nere»48Aesch., Ag., 463-464; Eum., 52; 370. come le divinità femminili arcadiche, «dee sotterranee»49Aesch., Eum., 115. che «abitano l’oscuro Tartaro laggiù sotto terra»,50Aesch., Eum., 71-72. nate dal sangue e perciò attente solo al sangue,51Aesch., Eum., 166-167; 212; 247; e cfr. Hēsiod., Theog., 183-185. e ricevono sacrifici umani;52Aesch., Eum., 187-188. infine sia Prometeo53Aesch., Prom., 955; 960. che le Erinni,54Aesch., Eum., 150; 166; 721-722; 731; 846 = 876. in Eschilo, chiamano «nuovi dèi» i signori d’Olimpo, e il primo ritiene che le seconde siano più forti dello stesso Zeus.55Aesch., Prom., 515-518. Sul carattere ctonìo delle Erinni e di Prometeo ad Atene si veda CAPITIENSIS, A. «Mente elevata e mente profonda», in AA. VV., Il Sublime: contributi per la storia dì un’idea. Studi in onore di Giuseppe Martano, Napoli: Morano 1983, pp. 55 sgg., alle pp. 68-73. Ad Atene le Erinni (o Eumenidi, o Venerande) erano dette «maledizioni»,56Aesch., Eum. 417. e non era un semplice nome: la maledizione tante volte riesumata che gravava sul clan degli Alcmeonidi, coinvolgendo Clistene e (da parte di madre) anche Pericle, era stata causata dalla profanazione del tempio delle Sante Dee (e cioè delle Erinni, sull’Areopago) ad opera di loro antenati;57Thūcȳd., Hist., I, 126-127. cosicchè è assai probabile che le stesse dee venissero invocate ancora, alla fine del quinto secolo, nelle maledizioni pubbliche riservate ad Alcibiade,58Plūtar., Alcib. 22. imparentato egli pure con gli Alcmeonidi, in relazione alla mutilazione delle erme a lui attribuita. Il quadro prettamente paleo-agricolo appare assai limpido nell’esodo delle Eumenidi:59Aesch., Eum., spec. vv. 780-803; 902-909; 938-945. le divinità del sottosuolo, proprio perché tali, hanno nelle loro mani la crescita delle piante alimentari, cosicché possono provocare carestie e malattie se ostili, buon raccolto se benevole. A questo livello le due anime di Atene, la ionica-gentilizia e la autoctona-popolare, prendono la forma dei nuovi e degli antichi dèi; vale a dire delle divinità olimpiche e delle altre non ammesse nell’Olimpo o (come Demetra, Dioniso, Ermes) ammesse in posizione subordinata.
Perge ad initium paginae huius
Iūra
(CC) 2025. Traducción de Ātrium Philosophicum de un escurridizo volumen editado en la colección «Las Ranas». La publicación de estos fragmentos promueve la difusión en castellano de la obra del profesor Capitiensis con fines académicos y de formación.

Perge ad initium paginae huius
Notas
- 1Pausānias, Graeciae dēscr., I, 31, 4.
- 2Paus., Graeciae dēscr., I, 22, 3; cfr. S. Inscr. Gr. Dittenberger n.º 615; Cornūtus, Theol. Gr., 28; Sophoclēs, Oedipus Colōnēus, 1600.
- 3Apollod., Biblioth., III, 14, 7.
- 4Sobre esta simbología véase CAPITIENSIS, L’uomo a due anime, cit., pp. 35-36.
- 5Esto es, diosa local, protectora de la ciudad.
- 6Herod., Hist., VIII, 41; Aristoph., Lȳsistrata, 759; Phylarchus apud Hēsychius Alexandrīnus, Lexic., et Photius, Lexic., s.v.; Plūtar., Themis, 10.
- 7Paus., Graeciae dēscr., 24, 7.
- 8Herod., Hist., II, 51.
- 9Nicander., Frag., fr. 74, e cfr. MINGAZZINI, G. «I culti delle grotte sacre del lato nord dell’Acropoli», Bollettino di studi storico-religiosi, n.º 1-3 (1921).
- 10Nicand., Frag., fr. 56, e cfr, MELLINCK, M. J. Hyakinthos, Utrecht: Kemink, 1943.
- 11Aristoph., Lȳsistr., 645 et schol; Eustath. ad Īliadem, 331, 26. Sobre el culo ático de Bendis, véase: NILSSON, M. P. «Bendis in Athen», Lund, 1942.
- 12Aeschylus, Eum., 804-807; Eurīp., Elec., 1070-1072; Thūcȳd., Hist., I, 126, 11; Polemon ap Schol. Soph. Oed. Col., 37-39 y 42-43 y 89; Paus., Graeciae dēscr., I, 28, 6-7; Lūcian, Dē Domō, 18; Schol. Aeschin., C. Timarch., I, 188 C; Hēsych. Alexandr., Lexic., s.v. «Deuterópotmoi».
- 13Soph., Oed. Col., 55-56 et Schol.; Paus., Graeciae dēscr., I, 30, 2.
- 14Aeschylus, Prom., 956-957.
- 15Aesch., Eum., 727-728
- 16Aesch., Prom., 209-210.
- 17Aesch., Prom., 1028-1029.
- 18Aesch., Eum., 791-792 = 821-822; 1034.
- 19Aesch., Ag., 463-464; Eum., 52; 370.
- 20Aesch., Eum., 115.
- 21Aesch., Eum., 71-72.
- 22Aesch., Eum., 166-167; 212; 247; e cfr. Hēsiod., Theog., 183-185.
- 23Aesch., Eum., 187-188.
- 24Aesch., Prom., 955; 960.
- 25Aesch., Eum., 150; 166; 721-722; 731; 846 = 876.
- 26Aesch., Prom., 515-518. Sobre el carácter ctónico de la Erinias y de Prometeo en Atenas véase CAPITIENSIS, A. «Mente elevata e mente profonda», in AA. VV., Il Sublime: contributi per la storia dì un’idea. Studi in onore di Giuseppe Martano, Napoli: Morano 1983, pp. 68-73.
- 27Aesch., Eum. 417.
- 28Thūcȳd., Hist., I, 126-127.
- 29Plūtar., Alcib. 22.
- 30Aesch., Eum., espec. vv. 780-803; 902-909; 938-945.
- 31Pausānias, Graeciae dēscr., I, 31, 4.
- 32Paus., Graeciae dēscr., I, 22, 3; cfr. S. Inscr. Gr. Dittenberger n.º 615; Cornūtus, Theol. Gr., 28; Sophoclēs, Oedipus Colōnēus, 1600.
- 33Apollod., Biblioth., III, 14, 7.
- 34Su questa simbologia si veda CAPITIENSIS, L’uomo a due anime, cit., pp. 35-36.
- 35Herod., Hist., VIII, 41; Aristoph., Lȳsistrata, 759; Phylarchus apud Hēsychius Alexandrīnus, Lexic., et Photius, Lexic., s.v.; Plūtar., Themis., 10.
- 36Paus., Graeciae dēscr., 24, 7.
- 37Herod., Hist., II, 51.
- 38Nicander., Frag., fr. 74, e cfr. MINGAZZINI, G. «I culti delle grotte sacre del lato nord dell’Acropoli», Bollettino di studi storico-religiosi, n.º 1-3 (1921).
- 39Nicand., Frag., fr. 56, e cfr, MELLINCK, M. J. Hyakinthos, Utrecht: Kemink, 1943.
- 40Aristoph., Lȳsistr., 645 et schol.; Eustath. ad Īlīadem, 331,26. Sul culto attico di Bendis si veda NILSSON, M. P. «Bendis in Anthen», Lund, 1942.
- 41Aeschylus, Eum., 804-807; Eurīp., Elec., 1070-1072; Thūcȳd., Hist., I, 126, 11; Polemon ap. Schol. Soph. Oed. Col., 37-39 e 42.43 e 89; Paus. Graeciae dēscr., I, 28, 6-7; Lūcian., Dē Domō, 18; Schol. Aeschin., C. Timarch., I, 188 C; Hēsych. Alexandr., Lexic., s.v. «Deuterópotmoi».
- 42Soph., Oed. Col., 55-56 et Schol.; Paus., Graeciae dēscr., I, 30, 2.
- 43Aeschylus, Prom., 956-957.
- 44Aesch., Eum., 727-728.
- 45Aesch., Prom., 209-210.
- 46Aesch., Prom., 1028-1029.
- 47Aesch., Eum., 791-792 = 821-822; 1034.
- 48Aesch., Ag., 463-464; Eum., 52; 370.
- 49Aesch., Eum., 115.
- 50Aesch., Eum., 71-72.
- 51Aesch., Eum., 166-167; 212; 247; e cfr. Hēsiod., Theog., 183-185.
- 52Aesch., Eum., 187-188.
- 53Aesch., Prom., 955; 960.
- 54Aesch., Eum., 150; 166; 721-722; 731; 846 = 876.
- 55Aesch., Prom., 515-518. Sul carattere ctonìo delle Erinni e di Prometeo ad Atene si veda CAPITIENSIS, A. «Mente elevata e mente profonda», in AA. VV., Il Sublime: contributi per la storia dì un’idea. Studi in onore di Giuseppe Martano, Napoli: Morano 1983, pp. 55 sgg., alle pp. 68-73.
- 56Aesch., Eum. 417.
- 57Thūcȳd., Hist., I, 126-127.
- 58Plūtar., Alcib. 22.
- 59Aesch., Eum., spec. vv. 780-803; 902-909; 938-945.
Perge ad initium paginae huius
ĒRVDĪTIŌRIBVS ***
