Hegel über Sokrates 003
Don Jorgue Guillermo Federico sobre Sócrates
Parte de:
Lecciones de Historia de la Filosofía [Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie] / Primera parte: La Filosofía Griega [Erster Teil: Griechische Philosophie] / Sección Primera: de Tales a Aristóteles [Erster Abschnitt. Von Thales bis Aristoteles] / Capítulo 2: de los Sofistas a los Socráticos [Zweites Kapitel. Von den Sophisten bis zu den Sokratikern] / B. Sócrates [B. Philosophie des Sokrates]
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Vorlesungen im Atrium Philosophicum §3
Es ist im allgemeinen nichts anderes, als daß er die Wahrheit des Objektiven aufs Bewußtsein, auf das Denken des Subjekts [442] zurückgeführt hat, – ein unendlich wichtiges Moment; wie Protagoras sagte: das Objektive ist erst durch die Beziehung auf uns. Was den Krieg des Sokrates und Platon mit den Sophisten betrifft, so können Sokrates und Platon im Philosophieren allein auf die allgemeine philosophische Bildung ihrer Zeit Rücksicht nehmen; und dies sind die Sophisten. Der Gegensatz ist nicht als Altgläubige gegen sie, – nicht in dem Sinne wie Anaxagoras, Protagoras verurteilt sind, im Interesse griechischer Sittlichkeit, Religion, der alten Sitte. Im Gegenteil. Reflexion, Zurückführung der Entscheidung aufs Bewußtsein ist ihm gemeinschaftlich mit den Sophisten. Aber das wahrhafte Denken denkt so, daß sein Inhalt ebensosehr nicht subjektiv, sondern objektiv ist; darin ist die Freiheit des Bewußtseins enthalten, daß das Bewußt sein bei dem, worin es ist, bei sich selbst sei, – dies ist eben Freiheit. Das Prinzip des Sokrates ist, daß der Mensch, was ihm Bestimmung, was sein Zweck, der Endzweck der Welt, das Wahre, Anundfürsichseiende [ist], – daß er dies aus sich zu finden habe, daß er zur Wahrheit durch sich selbst gelangen müsse. Es ist die Rückkehr des Bewußtseins in sich, die dagegen bestimmt ist als ein Heraus aus seiner besonderen Subjektivität; eben darin liegt, daß die Zufälligkeit des Bewußtseins, der Einfall, die Willkür, die Partikularität verbannt ist, im Innern dies Heraus, das Anundfürsichseiende, zu haben. Objektivität hat hier den Sinn der anundfürsichseienden Allgemeinheit, nicht den äußerlicher Objektivität; so ist die Wahrheit gesetzt als vermittelt, als Produkt, als gesetzt durch das Denken. Die unbefangene Sitte, die unbefangene Religion ist, wie Sophokles die Antigone sagen läßt (v. 454-457): »Die ewigen Gesetze der Götter sind, und niemand weiß, woher sie gekommen.« Dies ist die unbefangene Sittlichkeit, es sind Gesetze, diese sind wahr, sind recht; jetzt hingegen ist das Bewußtsein eingetreten, so daß das, was wahr ist, durch das Denken vermittelt sein soll. Über unmittelbares Wissen, Glauben usf. ist in neuerer Zeit viel gesprochen; daß Gott ist, wissen wir unmittelbar in uns, [443] wir haben religiöse, göttliche Gefühle. Da ist denn aber der Mißverstand, dies sei nicht Denken. Solcher Inhalt, Gott, das Gute, Rechtliche usf. ist Inhalt des Gefühls, der Vorstellung; aber es ist nur ein geistiger Inhalt, ist durch das Denken gesetzt, – dies ist bewegt, beruht nur auf Vermittlung. Das Tier hat keine Religion, aber es fühlt; was geistig ist, gehört nur dem Denken, dem Menschen an.
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Praelēctiōnēs in Ātriō Philosophicō §3
En términos generales, se puede decir que no se trata de otra cosa que lo siguiente. Sócrates da, pues, un paso extraordinariamente importante al atribuir la verdad de lo objetivo a la conciencia, al pensamiento del sujeto,1das Denken des Subjekts. en el mismo sentido en que Protágoras dice que lo objetivo sólo existe a través de la relación con nosotros. Por eso, la guerra declarada por Sócrates y Platón contra los sofistas debe ser considerada como el enfrentamiento de los primeros con la formación [Bildung] filosófica general de su tiempo, representada por los sofistas. La oposición no podía obedecer, en modo alguno, a que aquéllos defendieran contra éstos, como creyentes de viejo cuño, la eticidad griega [griechischer Sittlichkeit], la religión y las costumbres antiguas, por atentar contra las cuales había sido condenado ya Anaxágoras o Protágoras. Por el contrario, la reflexión y la tendencia a buscar en la conciencia la instancia de apelación de todas las decisiones son comunes a Sócrates y a los sofistas.
Pero el pensamiento verdadero [das wahrhafte Denken] piensa de tal manera que su contenido no es meramente subjetivo, sino también objetivo; en esto reside la libertad de la conciencia: que la conciencia está consigo misma en aquello en lo que está —esto es precisamente la libertad. El principio de Sócrates consiste, pues, en que el ser humano descubra a partir de sí mismo su determinación; esto es tanto el fin de sus actos como el fin último del universo, lo que es en y por sí —en que llegue a través de sí mismo a la verdad. Se trata del retorno de la conciencia a sí misma, que se determina a la vez como una salida fuera de su particular subjetividad; en ello reside precisamente precisamente que la contingencia de la conciencia, la arbitrariedad fortuita, la particularidad, sean desterradas, y que en el interior mismo se tenga la salida, lo que es en y para-sí.2Anundfürsichseiende. La objetividad tiene aquí el sentido de una universalidad que es en y para-sí, no el de una objetividad externa; así, la verdad está puesta como mediada, como producto, como algo puesto por el pensamiento. La costumbre ingenua [la costumbre no reflexiva; espontánea; no reflexiva ni subjetivada: die unbefangene Sitte], la religión ingenua [no reflexiva ni subjetivada: die unbefangene Religion] es, como hace decir decir Sófocles a Antígona (vs. 454-457), «la ley eterna de los dioses Sin que nadie pueda saber de dónde viene». Esta es la eticidad ingenua [die unbefangene Sittlichkeit]: hay leyes, estas son verdaderas, son justas; ahora, sin embargo, ha intervenido la conciencia, de modo que aquello que es verdadero debe ser mediado por el pensamiento. En los tiempos modernos se habla mucho del saber inmediato, de la fe, etc.; que Dios existe, lo sabemos inmediatamente en nosotros, tenemos sentimientos religiosos, de la divinidad. Pero ahí radica el malentendido, en creer que eso no sea pensamiento. Un contenido así —Dios, el Bien, lo Justo, etc.— es contenido del sentimiento [Gefühl], de la representación [Vorstellung]; pero es un contenido espiritual [geistiger], puesto por el pensamiento —este contenido es dinámico, se funda exclusivamente en la mediación. El animal no tiene religión, aunque sienta; lo espiritual pertenece únicamente al pensamiento, al ser humano.
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Iura
Georg Wilhelm Friedrich Hegel: Werke in zwanzig Bänden. Band 18, Frankfurt am Main: Suhrkamp, 1979 [Hrsg. Eva Moldenhauer und Karl Markus Michel]
Hegel hielt die Vorlesungen insgesamt neunmal, zuerst 1805/06 in Jena, dann 1816/17 und 1817/18 in Heidelberg und von 1819 bis zu seinem Tod sechsmal in Berlin. Schon bald nach Hegels Tod wurden sie von Karl Ludwig Michelet auf der Grundlage von Vorlesungsmitschriften und handschriftlichen Notizen Hegels rekonstruiert und herausgegeben. Erstdruck in: Georg Wilhelm Friedrich Hegels Werke. Vollständige Ausgabe durch einen Verein von Freunden des Verewigten. Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie, hg. v. Karl Ludwig Michelet, Berlin 1833-1836. – Der Text folgt im wesentlichen Michelets Rekonstruktion der Vorlesungen. Eine Ausnahme bildet der erste Teil der Einleitung, der auf Johannes Hoffmeisters Edition des Manuskripts von Hegels Heidelberger Antrittsvorlesung von 1817 zurückgeht.
Hegel pronunció estas lecciones un total de nueve veces. Primero en 1805-1806 en Jena; posteriormente en 1816-1817 y 1817-1818 en Heidelberg; y, desde 1819 hasta su muerte otras seis veces en Berlín. Poco después de la muerte de Hegel, fueron reconstruidas y publicadas por Karl Ludwig Michelet basándose en las lecciones y notas del propio Hegel. Se publicó por vez primera en: Georg Wilhelm Friedrich Hegels Werke. Vollständige Ausgabe durch einen Verein von Freunden des Verewigten. Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie, Karl Ludwig Michelet (ed.), Berlin 1833-1836. El texto sigue esencialmente la reconstrucción de las lecciones que hace Michelet. Una excepción es la primera parte de la introducción, que se remonta a la edición de Johannes Hoffmeister del manuscrito de la lección inagural de Hegel en Heidelberg en 1817.
Traducción de Atrium Philosophicum de la edición referida. Tenemos delante la clásica traducción de don Wenceslao Roces de 1955 en el FCE, de la que nos reconocemos deudores, pese a sus omisiones (en algunos casos, párrafos enteros) y la necesaria actualización de la terminología hegeliana.
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