What is Political Philosophy? III 005
Parte de:
¿Qué es la Filosofía Política? / III. Las soluciones Modernas
Por Leōnardus Strūthiō
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Leōnardī Strūthiī verba
The traditional approach was based on the assumption that morality is something substantial: that it is a force in the soul of man, however ineffective it may be especially in the affairs of states and kingdoms. Against this assumption Machiavelli argues as follows: virtue can be practiced only within society; man must be habituated to virtue by laws, customs and so forth. Men must be educated to virtue by human beings. But to quote that Machiavellian, Karl Marx, the educators themselves must be educated.1Cf. Thesen über Feuerbach (“Theses on Feuerbach”). Toge, lege. The original educators, the founders of society, cannot have been educated to virtue: the founder of Rome was a fratricide. Morality is possible only within a context which cannot be created by morality, for morality cannot create itself. The context within, which morality is possible is created by immorality. Morality rests on immorality, justice rests on injustice, just as all legitimacy ultimately rests on revolutionary foundations. Man is not by nature directed toward virtue. If he were, pangs of conscience would be the greatest evil for him; but in fact we find that the pangs of disappointment are at least as strong as the pangs of guilt. In other words, one cannot define the good of society, the common good, in terms of virtue, but one must define virtue in terms of the common good. It is this understanding of virtue which in fact determines the life of societies. By the common good we must understand the objectives actually pursued by all societies. These objectives are: freedom from foreign domination, stability or rule of law, prosperity, glory or empire. Virtue in the effectual sense of the word is the sum of habits which are required for or conducive to this end. It is this end, and this end alone, which makes our actions virtuous. Everything done effectively for the sake of this end is good. This end justifies every means. Virtue is nothing but civic virtue, patriotism or devotion to collective selfishness.
Hispānice
El enfoque tradicional estaba basado en el supuesto de que la moralidad es algo sustancial: que es una fuerza que reside en el alma humana, por muy ineficaz que sea, especialmente en los asuntos concernientes a los estados y reinos. En contra de este supuesto Maquiavelo argumenta lo siguiente: la virtud sólo puede ser practicada dentro de la sociedad; el hombre tiene que ser habituado a la virtud a través de las leyes, costumbres, etcétera. Los hombres deben ser instruidos en la virtud por otros seres humanos. Pero, y citando a un maquiavélico —Karl Marx—, los propios educadores deben ser educados.2Vide Thesen über Feuerbach («Tesis sobre Feuerbach»). Tolle, lege. Los primeros educadores, los fundadores de la sociedad, no pudieron haber sido educados en la virtud: el fundador de Roma fue un fratricida. La moralidad es posible tan solo dentro de un contexto que no puede haber sido creado por la moralidad, porque la moralidad no puede crearse a sí misma. El contexto dentro del cual la moralidad es posible es creado por la inmoralidad. La moralidad se basa en la inmoralidad, la justicia descansa sobre la injusticia, de la misma manera que toda legitimidad descansa —en última instancia— en cimientos revolucionarios. El hombre no tiende por naturaleza a la virtud. Si esto fuese así, los remordimientos de conciencia serían al mayor de sus males; pero en realidad —como todos podemos confirmar— los golpes del desengaño son, al menos, tan potentes como lo son los ataques de la culpa. En otras palabras, no podemos definir el bien de la sociedad, el bien común, en términos de virtud, sino que, por el contrario, tenemos que definir la virtud partiendo del bien común. Es esta manera de entender la virtud lo que, en definitiva, determina la vida de las sociedades. Por bien común tenemos que entender los objetivos que todas las sociedades realmente persiguen. En otras palabras, no se puede definir el bien de la sociedad, el bien común, en términos de virtud, sino que hay que definir la virtud en términos del bien común. Es esta comprensión de la virtud la que, de hecho, determina la vida de las sociedades. Por el bien común debemos entender los objetivos que realmente persiguen todas las sociedades. Estos objetivos son: libertad frente a toda dominación extranjera, estabilidad o imperio de la ley, prosperidad, gloria e imperio. La virtud, en el sentido eficaz de la palabra, es el conjunto de hábitos que se requieren o que conducen al logro de este fin. Y este fin, y sólo él, es lo que hace que nuestras acciones sean virtuosas. Todo lo que se haga eficazmente en aras de este fin es bueno. Este fin justifica todos los medios. La virtud no es nada más que la virtud cívica, el patriotismo o la devoción al «egoísmo colectivo».