What is Political Philosophy? II 015

Parte de:

¿Qué es la Filosofía Política? / II. La solución Clásica

 

Por Leōnardus Strūthiō

Leōnardī Strūthiī verba

Nor can we say that democracy has found a solution to the problem of education. In the first place, what is today called education, very frequently does not mean education proper, i.e., the formation of character, but rather instruction and training. Secondly, to the extent to which the formation of character is indeed intended, there exists a very dangerous tendency to identify the good man with the good sport, the cooperative fellow, the “regular guy,” i.e., an overemphasis on a certain part of social virtue and a corresponding neglect of those virtues which mature, if they do not flourish, in privacy, not to say in solitude: by educating people to cooperate with each other in a friendly spirit, one does not yet educate non-conformists, people who are prepared to stand alone, to fight alone, “rugged individualists.” Democracy has not yet found a defense against the creeping conformism and the ever-increasing invasion of privacy which it fosters. Beings who look down on us from a star might find that the difference between democracy and communism is not quite as great as it appears to be when one considers exclusively the doubtless very important question of civil and political liberties, although only people of exceptional levity or irresponsibility say that the difference between communism and democracy is negligible in the last analysis. Now to the extent to which democracy is aware of these dangers, to the same extent it sees itself compelled to think of elevating its level and its possibilities by a return to the classics’ notions of education: a kind of education which can never be thought of as mass-education, but only as higher and highest education of those who are by nature fit for it. It would be an understatement to call it royal education.

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Hispānice

Tampoco podemos decir que la democracia haya encontrado una solución al problema de la educación. En primer lugar, lo que hoy recibe el nombre de educación normalmente no es una educación propiamente tal, esto es, la formación del carácter, sino más bien instrucción y adiestramiento.1Podríamos traducir «training» como «formación», pero entenemos que el sentido de «entrenamiento» que recoge «adiestramiento» está más cerceno a lo aquí aludido. Los matices que ha tomado en nuestros días la palabra «formación» son muy similares a los criticados por Strauss aquí en «educación». En segundo lugar, consideremos, pese a todo, que realmente se pretenda la formación del carácter. Existe una tendencia muy peligrosa a identificar al hombre bueno con el «espíritu deportivo»,2 La «deportividad», esta es la acepción de «sport» como «sportsmanship». con el compañero cooperativo, el «chico normal», esto es, se sobrevalora un parte concreta de la virtud social y un correspondiente abandono de aquellas virtudes que maduran, si es que no florecen, en la intimidad, por no decir en solitud:3Distingo «solitud», como el mero (descriptivo) estado de estar solo, de «soledad» como el sentimiento (subjetivo) o sensación de estar solo. al educar a las persona a cooperar unas con otras en un ambiente amigable, aún no educamos a los inconformistas, a las personas que están dispuestas a enfrentarse solas, a luchar solas, a los «individualistas irredentos». La democracia no ha encontrado todavía una forma de defenderse contra el lento pero continuo conformismo y la siempre creciente invasión de la intimidad que ella misma fomenta. Seres que nos contemplasen desde las estrellas podrían descubrir que la diferencia entre democracia y comunismo no es tan grande como aparece cuando se tiene en cuenta exclusivamente la cuestión, sin duda importante, de las libertades civiles y políticas; aunque sólo personas excepcionalmente frívolas o irresponsables se atreven a afirmar que en último análisis la diferencia entre comunismo y democracia es tan reducida que puede ser despreciada. Ahora bien, en la medida en que la democracia es consciente de estos peligros, en la misma medida se ve obligada a pensar en elevar su nivel y sus posibilidades mediante un retorno a las nociones de educación clásicas: un tipo de educación que nunca puede ser concebida como educación de masas, sino sólo como educación superior y muy superior para aquellos que por naturaleza son aptos para ella. Sería un eufemismo llamarla educación regia.

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